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Una coqueta mariposa, se miraba y admiraba, todo el tiempo en un espejo. Amaba la imagen que éste le devolvía.  Maravillada examinaba sus alas, verificando, para sí misma,  cada tono  del color  y cada adorable diseño, que la energía creadora en su infinita inteligencia, les había obsequiado.  Eran realmente bellas y sin discusión, al desplegarlas, nadie podría haber dicho algo contrario.  Pero la mariposa era muy supersticiosa y cuidaba más que a sus delicadas alas, al espejo en que las contemplaba.  Lo custodiaba con gran seriedad y ejercía sobre él  una estricta vigilancia, a modo de evitar, un percance que pudiera poner en peligro, su suerte en este plano material.

A pesar de los extremos cuidados, un movimiento cualquiera, un día cualquiera, durante un minuto cualquiera, provocó el terrible, instante tan temido.  Uno de sus vuelos, fue mal calculado y en un giro, con dulce torpeza, derribo a su adorado espejo.  Éste cayó estrepitosamente y se rompió en tantos pedazos, que la mariposa,  vio reproducida hasta el infinito su imagen en cada trozo astillado.  El terror que sintió se fue multiplicando, al igual que el reflejo de su cuerpo, en los trozos de espejo.

Se posó con suavidad sobre una superficie segura y presa de la congoja, pidió una señal.  Su petición, desde el mundo invisible,  fue respondida de inmediato y así, se abrió un misterioso portal y el espíritu del espejo se manifestó en voz y dialecto comprensible  para que,  la triste poseedora de unas bellas alas y un espejo roto, pudiera recibir un mensaje muy especial.  El espíritu  habló y dijo: —No es verdad lo que estás pensando; que mi cuerpo perceptible a tus sentidos se haya quebrado, siendo tú la dueña, no significa que te traerá mala suerte, muy por el contrario.  La verdad  es que: cuando se rompe un espejo  vas a renovarte, vas a iniciar un nuevo tiempo de vida y éste  será tan bueno o no tan bueno, según tú lo decidas. La decisión es tuya y no mía.  Créeme, soy el espíritu de todos los espejos, contengo al mundo, sus historias y secretos.  Nada tengo que ver yo con el destino, al romperme en el plano físico sólo anuncio un nuevo ciclo—.

La voz se silenció y la mariposa, abriendo sus bellas alas, reinició el vuelo sintiéndose más sabia y más libre.  Se despidió con cariño y agradecimiento del espejo quebrado, mientras lo sobrevolaba, ahora, con la certeza de conocer  que, siempre,  sólo de ella dependía, su mala o buena suerte, su alegría o su tristeza.

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4 Comentarios sobre “El espejo quebrado

  1. Me encantó, me mantuvo activo esperando el desenlace, que al final resolvió muy sabiamente la inquietud de la bella mariposa supersticiosa.
    Muchas gracias por regalarme el original y entretenido cuento.
    Felicitaciones⚘🦆

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