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El poema “Como se debe” de la poeta chilena Carmen Gloria Berríos es un crudo retrato del sometimiento y auto sometimiento del ser humano en la tardo modernidad. Si bien el poema fue escrito alrededor de 1994, hoy aparece como significativo y relevante ante la contingencia nacional, que estalló el pasado 18 de octubre (18 O), y a nivel planetario ante la pandemia Covid-19. Ese es el sino de la poesía y el arte, anticipar, intuir, abrir mundos. Hoy recuperamos y analizamos el “Como se debe” porque, junto a su crudeza, invita oblicuamente a despertar, a imaginar otro mundo posible.

 

“Como se debe”

Todo transcurre como debe
no hay forma ni razón
para cambiarlo
El día la noche el calendario
la respiración intermitente del enfermo
y la risa estrepitosa del borracho

Todo es como se debe
su pena su insomnio su cansancio
No camine a contrapelo
por mucho que el horóscopo
le diga
que hoy será un día diferente                            

Súbase a la micro
pague su pasaje
y acepte el pisotón con heroísmo
Marque su tarjeta en la oficina
y trabaje

 Incline la cabeza frente al jefe
no vale la pena hacer un comentario
menos un reclamo o una queja
Escuche observe
tome su colación un poco rancia
y retírese a la hora

 Recuerde que
todo transcurre como debe
y a pesar de lo que sienta
no hay forma de ni razón para cambiarlo.

 

Carmen Gloria Berríos (1954) es conocida por sus poemas que, desde una voz femenina, hablan del aislamiento, la desesperanza y las contradicciones del alma (1). A lo largo de su obra retrata el desgano de vivir, la inconformidad y el condicionamiento de la mujer.

En su libro “Razones personales”, publicado en 1994, a sus 40 años de edad y a 4 años del fin de la dictadura, la poeta expresa este desgano y agotamiento de la cotidianeidad en el poema “Como se debe”, una suerte de ironía ante el imperativo que nos agobia: ¡como debe ser!

En el poema, el género del sujeto narrativo al cual se dirige la autora no es necesariamente femenino, no hay ningún indicio que lo indique. Este sujeto indiferenciado que podría ser una mujer o un hombre (o X género) no deja de ser un sujeto menos sometido a condicionamientos por no ser expresamente mujer, es más, hay una fuerte relación entre el patriarcado y el modelo económico capitalista productivista. Es por esto que Carmen Gloria, desde su posición de mujer, puede comprender enormemente estas emociones que hace emerger en el poema, las cuales inundan a todos los humanos sin importar su género.

En cuanto a la forma del poema se nota la reminiscencia de la dictadura y el régimen de censura y autocensura de la época. Fueron años en los que la producción de sentido se vio fuertemente vigilada por un “control político-administrativo de la expresión pública mediante restricciones impuestas al lenguaje y a sus estructuras de comunicación socio-culturales” (2). Esto llevó a los artistas a disimular sus discursos con una superficie aparentemente inocua que escondía una contra-lectura solo posible para lectores cómplices.  Se “conjugaban el rigor operatorio de sus réplicas contra institucionales a las prohibiciones de la censura con el sobregiro retórico de los dobleces del sentido que trazaban oblicuamente sus poéticas de la ambigüedad” (3).

Esta herencia de la dictadura se nos hace relevante para el análisis del poema ya que a lo largo de toda la obra hay un tinte de ironía que se esconde ante el aparente conformismo del “Como debe ser”. En la constante reiteración de que las cosas son así, como son, porque así tienen que ser: “El día la noche el calendario/ la respiración intermitente del enfermo/ y la risa estrepitosa del borracho”, “su pena su insomnio su cansancio”. En la narración de un día de trabajo de una persona dictada a modo de imperativo (“súbase”, “pague”, “acepte”, “marque”, “trabaje”, “incline”, “escuche”, “observe”, “tome”, “retírese”), es como si la autora estuviese llamando a un lector ingenuo y despistado a conformarse con la realidad que se le presenta, meramente enunciando hechos concretos.

Cuando el lector, críticamente, indaga en la profundidad del poema sale a la superficie su naturaleza verdadera. Este hermetismo nos hace traer a la mano un rasgo estilístico creado por Bertolt Brecht, el efecto de distanciamiento, que busca el distanciamiento emocional con respecto a lo que se muestra en la obra para que así el público pueda reflexionar desde una conciencia crítica y objetiva, obligando al espectador a sacar sus propias conclusiones. Este efecto se presenta ya desde el mero hecho de tener que darle más de una leída al texto para comprenderlo en su totalidad, porque la primera lectura es la que está ligada con la emocionalidad del receptor. Cuando pasamos las emociones y nos detenemos a leer el texto con una conciencia analítica es cuando afloran los profundos cuestionamientos a nuestro modo de vida.

Así se devela el fondo del poema. Un retrato crudo del sometimiento del ser humano. El tema del “deber”, es encontrado explícitamente en el texto las tres veces que se utiliza el “como debe”, a nuestro parecer la autora repite constantemente esta frase, e incluso titula el poema “Como se debe”, para generar una sensación de sujeción a lo establecido que retorna sin cansancio y de la cual no hay escapatoria. También lleva al lector a plantearse la pregunta: ¿Es así como debe ser?, ¿Existe realmente un deber esencial en la vida de un humano?

Con la voz enunciadora del poema que dicta imperantemente las actividades que ejerce el sujeto.(“súbase”, “pague”, “acepte”, “marque”, “trabaje”, “incline”, “escuche”, “observe”, “tome”, “retírese”) vemos cómo el humano está constantemente siendo forzado, por una suerte de fuerza mayor invisible, a cumplir con estas acciones.

 En la repetición de la frase “no hay forma ni razón para cambiarlo” se encuentra la rendición total ante esta vida que claramente no le proporciona ninguna felicidad, la certeza de que sí, las cosas son así porque así deben ser y no importa mucho si a uno no le gusta, porque no hay forma de cambiarlo.

Es desesperanzadora la voz con la que nos habla Carmen Gloria Berríos, en lo que parece ser un retrato del transcurso de la vida de un humano promedio, es más, las insistencias constantes del deber y la cadencia con la que se enumeran las tareas del día transforman el poema en una pieza que podría ser repetida inagotablemente, creando un loop exhaustivo que reproduciría la vida laboral completa de una persona.

Es aquí donde se nos hace importante hablar sobre las reflexiones filosóficas de Byung-Chul Han (Seúl, 1959), específicamente de su escrito “La sociedad del cansancio”, donde, como el título indica, desarrolla la idea de que el humano tardo-moderno, el animal laborans (Animal trabajador), es un sujeto de rendimiento, que se auto-explota, que vive su vida desde la sumisión, subordinación y el cansancio.

Quizás no hace mucho sentido a primera vista, pero el poema “Como debe ser” trata precisamente de esto. Si bien tenemos esta noción de que el sujeto es sometido por un agente externo a vivir su vida como se debe, a subirse a la micro, pagar su pasaje, aceptar ser pisoteado, inclinarse frente al jefe, tomar una colación rancia, etcétera. Mas, si pensamos con profundidad, es precisamente esa noción de sometimiento, esa falta de esperanza en una vía alternativa (…/No camine a contrapelo/ por mucho que el horóscopo/ le diga/ que hoy será un día diferente), (…/ no vale la pena hacer un comentario/ menos un reclamo o una queja), (no hay forma de ni razón para cambiarlo…), la que lleva al sujeto a presionarse a sí mismo, al rendimiento.

¿Por qué?, ¿quién realmente está presionando al humano a sobreexplotarse en condiciones tan desdichadas?  ¿Quién le está diciendo que las cosas son porque deben ser?, si bien tenemos consciencia de la idea de sociedad disciplinaria y sociedad de control, propuestas por Foucault, las cuales funcionan por la regulación de las costumbres, hábitos y prácticas productivas a través de instituciones disciplinarias (4), creemos que el poema oblicuamente plantea que “el sujeto se explota a sí mismo, a saber, voluntariamente, sin coacción externa. Él es, al mismo tiempo, verdugo y víctima“.

Esto a través de recursos retóricos mencionados anteriormente, como el cuestionamiento del deber, o el narrador invisible que le da órdenes al sujeto. A este narrador se le podría atribuir el nombre de alguna de las instituciones disciplinarias, de control (la prisión, la fábrica, el asilo, el hospital, la universidad, la escuela, el estado etc.) (5); pero, debido a que la autora deliberadamente no lo nombra en ningún momento, pensamos que tiene más sentido quedarnos con la teoría de un llamado al individuo a cuestionarse su auto-explotación y sometimiento.

El agotamiento crónico que exuda el poema, con la cadencia de la cotidianeidad y la referencia a la pena, el insomnio y el cansancio, son características de esta nueva sociedad por la presión del rendimiento; “por ejemplo, el desgaste ocupacional manifiesta ‘un alma agotada, quemada’. “En realidad, lo que enferma no es el exceso de responsabilidad e iniciativa, sino el imperativo del rendimiento, como nuevo mandato de la sociedad del trabajo tardo-moderna” (6).

Es esta inmanencia de rendimiento, precisamente esta ilusión del cómo debe ser, la que hace que el humano tardo-moderno se agote y se someta ante el miedo al fracaso.

Si bien el poema fue escrito alrededor de 1994, se hace sumamente significativo y relevante ante la contingencia nacional, que estalló el pasado 18 de octubre (18 O), y la planetaria con la pandemia Covid-19.

En cuanto al 18 O, fueron precisamente los más de 30 años viviendo sometidos ante el deber, aceptando el pisotón con heroísmo, y el miedo históricamente infundado entre la gente, los que tenían a Chile dormido, en un interminable “Como se debe”. Estaba dormido ante un sistema de auto-explotación del sujeto sumamente violento, y es porque, después de años de dictadura, siendo evidentemente reprimidos por un externo, este nuevo modelo de explotación venía acompañado de un sentimiento de libertad, siendo así mucho más eficaz y silencioso. Este ensueño del que Chile despertó es esta libertad paradójica en la que el explotador es el mismo explotado.

Es muy interesante asimismo, que el poema diga “súbase a la micro/pague su pasaje//Marque su tarjeta en la oficina/ y trabaje” ya que fue precisamente el aumento en el costo del pasaje y el llamado a que los trabajadores madrugaran más de lo que ya lo hacían para alcanzar una tarifa más baja si no se podían permitir pagar el aumento (referencia nuevamente al cansancio y niveles de agotamiento extremos en los que vive la gente), lo que detonó el estallido social.

La pandemia mundial Covid-19 tiene una gran vinculación con el poema en cuanto la cuarentena nos ha obligado a replantearnos nuestra noción de trabajo y productividad. Sobre todo para nosotros, las generaciones jóvenes que tenemos enraizado en lo más hondo de nuestra medula el miedo al fracaso relacionado con la sensación de no estar produciendo suficiente. Ni en aislamiento hemos podido escapar a la severidad del “como se debe”. En redes sociales, en conversaciones con amigos, predomina esta angustia productivista que compara quién ha leído más libros, quién ha hecho más ejercicio, quién llena su día con la mayor cantidad de actividades para sentir que algo estamos haciendo.

La cuarentena podría ser un espacio de descanso de esta auto exigencia, podría servirnos para cultivar la contemplación que proviene del aburrimiento y que muchas veces deriva en creación espontanea, quizás es precisamente lo que necesitábamos, una retracción forzada de un sistema que nos satura con deberes hasta el punto de pensar que sin ellos estamos fallando. La pregunta es si podemos volver a despertar y dejar de ser ese sistema.

 

*La autora Clío Dinamarca Junge es estudiante de 5° año en la Facultad de Comunicaciones de la Universidad Católica. En su origen, el texto contó con la colaboración de Daniela Montenero (estudiante de Ingeniería Civil) en la catedra “Poesía Chilena de finales del siglo XX”.

 La imagen es del fotógrafo Martin Adams.

 

Notas:

[1] Moraga, M. (2000). La poesía de Carmen Gloria Berríos.

2Richard, N. (2007). Márgenes e instituciones: arte en Chile desde 1973

3 Richard, N. (2007). Márgenes e instituciones: arte en Chile desde 1973

4 Abya Yala Colectivo. (2020). Sociedad Disciplinaria – Sociedad de control.

5 Han, B. C. (2017). La sociedad del cansancio. (p. 30).

6Abya Yala Colectivo. (2020). Sociedad Disciplinaria – Sociedad de control.

7 Han, B. C. (2017). La sociedad del cansancio. (p. 29).

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Alguien comentó sobre “Post virus: ¿podremos volver a despertar y dejar de ser este sistema?

  1. La fuerza de la descripción en poesía cumple con aquella afirmación de Adolfo Couve “yo no escribo… describo”. En el caso de Adolfo se trataba de un ejercicio de ascetismo escritural: desnudar la realidad para hacer invisible el lenguaje que la nombre. Digamos una temeraria empresa imposible. Bueno, ese es el efecto que tan bien analiza Clio Dinamarca en el poema en cuestión, la vida como rutina, como ejercicio automático, carente de toda expectativa y motivación. En eso radica su secreto, en su objetivación en la desnuda exposición del sin sentido, como situación imposible, insoportable y obscena. Su contrapartida es la construcción de una vida nueva, de grandes entusiasmos que nos permita fantasear una nueva idea de felicidad. Felicitaciones a la autora.

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