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A la mayoría de los seres humanos la palabra “muerte” le produce miedo. Mucho miedo. Sin embargo, ese temor, que está en nuestros genes, como mecanismo de supervivencia, puede ser aminorado en forma notable cuando se comprende qué es la reencarnación.

Este concepto no afecta las creencias que alguien pueda tener en determinada religión. Simplemente, porque va más allá de las religiones, al abarcar a todos los seres humanos.

La idea fundamental es simple: no  tenemos solamente esta vida, sino muchas. ¿Por qué? Porque el Creador (por ponerle un nombre), nos otorga múltiples oportunidades de desarrollo espiritual.

Somos un espíritu dentro de un cuerpo. Habitamos este cuerpo, por un tiempo determinado. Como si fuéramos arrendatarios.

El Creador, o los Creadores, o como queramos llamarlos, nos dan a luz, tal como una madre da a luz a un hijo (somos hijos de Dios, todos), y nos vamos desarrollando poco a poco. Y como una sola vida resulta muy breve para aprender todo lo que podemos captar, terminamos con “el arriendo” del cuerpo, por diversas razones, según “el contrato” de cada alma; luego tenemos un periodo de descanso, de duración muy variable, y enseguida regresamos a otra “casa” a seguir evolucionando.

Como escribí en un artículo anterior, son muchas las asignaturas que debemos cursar: Respeto, Solidaridad, Compasión, Desarrollo Intelectual, Amor a sí mismo, Amor al Prójimo, y una larga lista.

Resulta evidente que en una sola vida, aunque dure cien años (que no es habitual), podamos asimilar todo eso. Porque además, en esta Tierra, en este plano tridimensional, operan otras fuerzas que no son espirituales, sino terrenales: el deseo de destacar, la ambición, la codicia, y otras similares.

Nadie es inmune a eso, como tampoco somos inmunes a bacterias y microbios surtidos. De hecho, lo estamos comprobando ahora con el coronavirus. Porque estamos en materia, y la materia tiene sus necesidades propias, concretas: comida, bebida y abrigo. Por muy espiritual que una persona diga ser, tendrá que comer, beber y abrigarse si hace frío. Y aunque viva en pleno trópico, deberá usar algo para cubrirse, porque la mayoría de las sociedades así lo establece.

Entonces, esas necesidades terrenales a veces acaparan todas las energías del ser humano, y dejan poco espacio para la espiritualidad. ¡No se le puede decir a alguien que está muriendo de hambre que se ponga a meditar!

Sin embargo, si entendemos que esta vida no es la única, no le tendremos tanto miedo a morirnos. Comprenderemos que es solo un cambio de vivienda.

Así, vamos progresando poco a poco. ¿Cómo? Lo veremos en un próximo artículo.

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3 Comentarios sobre “Muerte y reencarnación

  1. Para la autora de esta nota, no somos hijos de Dios, es absurdo,somos creaciones de Dios.
    La creencia en la reencarnación es pagana y falsa.

  2. Esperanza y Fe es lo que necesitamos… Amor a los demás… Es difícil hacer lo correcto porque somos almas imperfectas y sólo la esperanza en una vida futura de los que amamos nos puede liberar de la culpa de no haber actuado correctamente. Es necesario que esa vida futura después de la muerte exista, sólo así será cierto que nuestros pecados son perdonados.

  3. Profundo como siempre. Ya lo he dicho otras veces, debes ser un alma muy antigua. Gracias y subamos la escalera de la trascendencia.

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