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Ana María Lara y Claudia Vaca reflexionan en torno al diálogo Jasayé con las pedagogas Osmany Sabalza (Colombia), Consuelo Manosalba (Chile) y el psicólogo Pablo Carbone (Bolivia) sostenido el pasado 7 de Junio.

Al final de la segunda década del siglo 21 los habitantes del mundo enfrentamos una pandemia que nos obligó a asumir al presente y futuro que no pudimos evitar, a pesar de verlo venir.

En la actualidad, estamos atravesando un proceso histórico que, sin duda, nos obliga a revisar los criterios de desarrollo humano que se han perpetuado en la organización de las interacciones que ocurren en el mundo de la vida. Las cuales han estado mediadas por un sistema educativo que no precisamente viabilizó el aprendizaje ni la creatividad, menos la educación en su profundo sentido de educere (sacar desde adentro la luz que cada uno lleva).

Este sistema educativo y sus variantes están siendo articuladas desde una mediación estatal que en muchos casos hace cuestionable la idoneidad institucional del sistema y sus actores. Sobre todo porque han cobrado mayor notoriedad las paradojas del uso de metodologías o recursos pedagógicos que desconectan al humano de sí mismo, para conectarlo a una máquina de producción, en la que estudiantes, profesores y familias se ven afectados de distintas formas.

A esta realidad se suman las persistentes brechas económicas que expresan la brutalidad de una serie de desigualdades en el acceso a educación pública y de calidad, la mercantilización de la educación privada; estos aspectos tensionan el funcionamiento de las comunidades educativas, generando de rebote la ineludible necesidad de desarrollar conexiones afectivas y culturales en la conciencia histórica que se requiere para reconstruir el sentido de la educación y reconfigurar los sistemas educativos y de vida en general.

Esta crisis nos dice: es hora de enterrar al muerto, es decir a un sistema económico, político, educativo, monocultural que murió hace décadas, y sobre él han brotado enfoques didácticos  pedagógicos que encuentran un potencial en lo cotidiano, pero el sistema aún no lo ve, sin embargo hay una minoría creando y latiendo en esta nueva era, donde la vida es capaz de brotar sobre las púas de un alambre.

Las hebras que fuimos compartiendo en el tejido dejan planteado que volver a educar, después de esta crisis, mirando las púas del alambre que intentó coartar la creatividad de la especie, requiere religar lo racional y lo emocional para dejar de responder y volver a preguntar, para interpelar creativamente los métodos y dar lugar a las didácticas y saberes, a las practicas docentes que están en el imaginario y la realidad de nuevas formas de educar.

Más allá del sistema obsoleto, hay didácticas con bordes flexibles que fluyen en distintos niveles de mediación, para repensar el aprendizaje desde el amor y la seducción, para recuperar los porqué que fueron exiliados del aprendizaje de lo cotidiano, para fomentar el goce del aprenderse, del hablarse, del problematizarse y leerse como existencia. Y con ello dibujan la urgencia de que la Educación se instale para gestionar comunidad y cultura de diálogo, cultura de confianza, permitiendo y promoviendo la reunión y colaboración entre familia, estudiante y escuela.

Este tejido deja vibrando la pregunta por los tipos de rutinas en que hemos encerrado al aprendizaje y por las maneras en que administramos los tiempos de exposición a los aprendizajes para la vida.

Se visibilizaron las fricciones del sistema educativo, sus fracturas. En este 2020 se instala el debate entre sistema educativo, educación y aprendizaje, donde las distancias entre estos tres modos de entender el camino de desarrollo que comen 12 años y hasta 20 de la vida de muchos humanos del planeta, permitirán que chispeen las palabras y creatividad ya germinada en los profesores, estudiantes y ciudadanía en general, en torno a las nociones de educar, ser, aprender desde lo cotidiano.

Estamos invitados por el ciclo de la vida a recuperar el valor didáctico y pedagógico de cada acción desarrollada en nuestro día a día.

Aquí el diálogo JASAYÉ del 7 de junio para seguir caminando:

Ana María Lara y Claudia Vaca.

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