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Las imágenes de las turbas asaltando el Congreso de Washington, más allá de las lecturas políticas contingentes, representan el asalto al corazón del poder de la pirámide más grande e influyente de Occidente, tan grande que quizás desde la Roma Imperial no ha existido una cúspide semejante.
Los hechos suceden en medio de una pandemia, en la que en Estados Unidos cada día un muere un número de personas equivalente al de los muertos en el desplome de las Torres Gemelas en 2001.
Parece el escenario de una serie de Netflix con guionistas demasiado fantasiosos. Para sumar extravagancias, el presidente en ejercicio se hizo famoso en un Reality Show, donde encarnaba un personaje exactamente igual al que protagoniza en la “¿realidad?”.
Hace 10 años, en enero de 2011,mientras me informaba de la Revolución Egipcia y la Primavera Árabe en las redes sociales, comencé a escribir “Comunidades y redes sociales, el desplome de las pirámides”.
Tengo la sensación de que las imágenes de las turbas que observamos ayer tienen una potencia simbólica equivalente a la de aquellos miles de destellos de los celulares que grababan, fotografiaban y transmitían la destrucción de una gigantografía de Mubarak, el dictador Egipcio, evidenciando los nuevos y los viejos medios. Luego de 6000 años de tendencia a la concentración piramidal de los medios de comunicación, las redes sociales de la Primavera Árabe evidenciaron un cambio radical en aquella tendencia. Asociada a la nueva circulación de la información, de los sentidos, de las legitimidades, de las “verdades” estaba el desplome del poder piramidal, de las instituciones, de las Iglesias, de las organizaciones, de los propios medios, de las empresas,…
Las imágenes de Washington de ayer marcan otro hito simbólico en el desplome de las pirámides institucionales y del poder. Ninguna pirámide es invulnerable y eterna.

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Alguien comentó sobre “Desplome de las pirámides 10 años después.

  1. Estupendo tema. Yo que vivo a dos horas de Washington realmente sentí miedo. Lo peor es que debido a una cierta ingenuidad y ausencia de golpes de Estado (aunque sí, guerras civiles y asesinatos de presidentes), muchos no entienden la diferencia entre un saqueo protesta dura en Chicago y una invasión directa al Congreso Nacional, donde uno fe los cantos era “ahorcar al
    Vice-presidente”. Todo promovido por un presidente en ejercicio. Ojo.

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