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Que sea el año en que los árboles se sintieron queridos por los humanos y su sabiduría, de cientos de millones de años, protegida.

Que se garantice que cada niño/a/e que nace tendrá un árbol que le ofrezca su sombra.

Que los árboles nativos se vuelvan emblemas de la biodiversidad. Tendremos el día oficial del peumo, del arrayán, de los canelos y de los tamarugos. Habrá un día nacional para la araucaria y el día de los espinos será una gran fiesta amarrilla.

Que ninguna minera tenga excusa para destruir los glaciares sagrados que son fuente del ciclo del agua y bienes comunes fundamentales para la subsistencia.

Que todos los hospitales tengan jardines sanadores como elemento imprescindible para preservar la salud.

Que parques, plazas y zonas verdes protegidas se multipliquen como indicador de desarrollo y que posean las condiciones para que todos las puedan disfrutar.

Que los colegios tengan huertos, porque no saber plantar es un analfabetismo grave.

Que nuestros currículos incluyan las caminatas que hemos hecho por los cerros y el disfrute en silencio frente a nuestra planta favorita.

Que reciclar y reutilizar sea tan común, que demos el siguiente paso hacia consumir menos. La pandemia ya nos enseñó que necesitamos poco para ser felices.

Que se vuelva cotidiano como enseñar las tablas de multiplicar, aprender los nombres de los árboles, pero sobre todo reconocer cómo se transforman con cada estación.

Que disfrutar el sonido de las hojas al tocar el suelo y verlas acumularse sea un privilegio compartido.

Que la diferencia entre una plantación y un bosque sea tan evidente, que nunca más un bosque será talado.

Que las “zonas de sacrificio” inicien un plan de reforestación con especies nativas para volverse “corazones verdes” en esos lugares de tanto dolor.

Que no haya forma de ser empresa, hacer negocios y construir ciudad si no es respetando a todos los seres vivos.

Que las cuidadoras de semillas tengan las garantías para poder proteger sus legados ancestrales y que sus historias nutran a todas las  generaciones.

Que los bosques de algas en el mar sean cuidados como el más importante jardín comunitario.

Que las terribles podas a los árboles urbanos sean prohibidas, por el contrario, que los municipios se vuelvan garantes de su cuidado.

Que como “somos naturaleza” la crisis climática se vuelva prioritaria y no sea posible que político o autoridad alguna se desentienda de la urgencia por hacer cambios, y si lo quieren olvidar, la ciudadanía se los recuerde y se plasme en el proceso constituyente.

Que no haya nadie que termine este 2021, sin haber sentido tierra entre sus manos y respirado profundo bajo de la sombra de un gran árbol.

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12 Comentarios sobre “Que el 2021 sea verde

  1. Amén!
    Ahora que estoy viviendo rodeada de maravillosos bosques. Me doy cuenta de lo indispensable que son para la vida diaria
    muchas gracias querida Victoria 🌲

  2. Estos son los verdaderos desafios que tenemos por delante.
    Solo agrgaria que los municipios planten arboles nativos en vez de especies introducidas.
    Gracias !!!!

  3. ¡Me encanto!
    Muy linda la manera de representar los desafíos que tenemos y que son necesarios para lo que viene en este año y que debemos hacer todos juntos.
    Gracias Victoria 💗

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