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LA POETA

                                                                                                                           Mónica Gómez

 

La poesía es un acto de resistencia

 

Intentan silenciarme, negarme, acallar mi voz,

hacerme creer que estoy muerta

la censura

la mordaza

la represión

con acciones tan prepotentes que a veces me han hecho dudar si me reflejo en los espejos, si soy tan transparente como el aire, si mi voz es verdaderamente una voz y no el murmullo de las hojas que arrastra el viento o si no se hunde mi cama con el peso de mi propio cuerpo.

 Y tan implacable ha sido el trato de muerta que me han otorgado, que creo ha confundido a aquellos que me creían viva, por lo que he debido ver con amargura cómo también ellos ignoran mi existencia, ningunean mis poemas, y me relegan a un rincón, el más negado del negro olvido.

 Lo que creo ha profundizado el equívoco de que estoy muerta por los que me conocen y convocado por

la censura

la mordaza

la represión

es al parecer en mi infancia y con inocencia, mostrar una total docilidad ante la falsedad del mundo, mi ningún deseo de contrariar falsas descalificaciones y el completo acatamiento ante los dictámenes del poder.

 A tal extremo, que mi credulidad hizo que construyese mi propia cripta de mármol blanco e impecable estilo con mi nombre grabado en letras góticas, la que coloqué en mi jardín entre hiedra húmeda y buganvilias y durante años observé arrobada el hermoso juego de las flores rojas cayendo en racimos sobre mi fría tumba, visitándome a veces a mí misma y lamentando la ausencia de mi propia vida.

 O cuando, más tarde, aceptando muy seriamente la dignidad de mi posición de muerta, respetándola en forma absoluta, decidí no descubrir verdades, no crear poemas, no leer,no hacer cuentos, no gozar libremente mi sexualidad y negar y renegar de mi pasión por la vida ante el peligro inminente de caer en contradicción de vida y ser severamente sancionada por

la censura

la mordaza

la represión

quienes no permitirían tamaña rebeldía, merecedora quizás de más de un castigo eterno.

Ahora la verdad, es que yo siempre dudé de estar muerta

a pesar de lo que afirma

la censura

la mordaza

la represión

sólo sucede que soy mujer y poeta y eso ha hecho que se me descalifique desde mis comienzos, desde el momento mismo de mi nacimiento, cuando frustrando la obligada naturaleza de mis padres, no prolongué el apellido de sus ancestros.

Tanto así, que resignadamente y en silencio, renuncié a las pasiones de mi sexo tibio y acepté sumisa la aguja con hilo rojo que me entregó mi madre el día mismo de la menstruación para que con puntada fina y costura francesa, cosiera cuidadosamente mis lugares púdicos considerados

también como pecadores.

 

O cuando ya adulta y para no ofender la voluntad de los hombres, dije sí ante el altar cuando mi instinto me suplicaba dijera no.

 Lo que pasa parece ser, es que sin darme cuenta seguí la rutina de muerta ante el juicio

degradante de

la censura

la mordaza

la represión

y el acecho permanente de la violación (condición inherente a mi identidad de mujer) prefiriendo así con actitud sabia negar mi alma, negar mi cuerpo a exponerlo al mundo y a sus acechos.

Mas pareciera ser que ya mi docilidad de muerta no es total, porque lo quiera o no, no puedo evitar hacer cosas de vida que han llegado a inquietar seriamente a

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la mordaza

la represión

que se manifiesta en unir los pedazos dispersos de mi ser y cuerpo dados inocentemente miles de veces, rescatar el tesoro de mi existencia y elegir mi propio destino.

Compartiendo la exclusividad de los hombres de ser amiga de Dios, convenciendo al poderoso (con rezos muy personales) de mi total existencia, aunque por ahí me quede la duda si su gran disposición no surgió de un consejo materno que por el cielo escuchó.

Últimamente, para ser exacta, hace  ya unos años, ha resurgido en mí la más profunda realidad de mi misma que al parecer descalifica totalmente el calificativo de muerta que me habían dado y que se traduce en un ensoñamiento,  extraño estado, parecido al éxtasis (raro sentido afirman las chamanas, llamado por algunos intuición) el que por senderos ocultos me lleva, más allá del tiempo, la distancia y el olvido y que hace que sienta, vea, goce, vuele, me transporte a tierras desconocidas o vuelva en un instante de lugares más más lejanos que el más allá  y que provoca que  escriba y cuente al mundo la verdad de las injusticias, de las  emociones, a veces pasiones y otras tristezas en escritos que  denuncian la mentira de un mundo falso en defensa irreductible de la verdad.

por esas imaginaciones, por el amor tan deliciosamente gustado, por mi maternidad varias veces probada y por otras cosas que el pudor me impide contar, juro que soy poeta y  que no estoy muerta, que existo y que soy, a pesar del juicio degradante que durante la vida han hecho de mí

la censura

la mordaza

la represión

 

 

 

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23 Comentarios sobre “La Poeta ( poema en prosa) de Mónica Gómez, editado por Antología Latinoamericana Fempress

  1. Maravilloso viaje, potente, profundo, valiente, poético hasta la médula. Cuando el dolor refleja la pureza del alma al desnudo. Te felicito, me conmovió mucho.

  2. interezante poema-testimonio que describe y denuncia una cultura-victima-victimarios
    que se desarrolla y persiste como unica via de la sociedad humana machista
    Bravo Monica por este escrito que aporta al despertar de la conciencia colectiva
    un rol esencial de la poesia.

  3. No me siento con conocimientos para evaluar, solo decir que lo encuentro magnifico, profundo, sensible.
    Mi pregunta es: qué hace una intelectual como tú viendo programas de farándula y comentandolos en facebook.
    Gracias por considerarme

    1. Querida, mi mundo interior es la literatura y muchas gracias por tu comentario.
      Lo “0tro” (face) es un momento de ocio y de reírme un poco ante la solemnidad de mi propio pensamiento.
      Un abrazo.

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