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“Tenemos la necesidad de vivir en un lugar donde podamos soñar, construir y deconstruir. Un espacio individual y comunitario donde los niños y niñas puedan crecer en un aprendizaje comunitario, donde podamos tener relaciones vecinales de amor y compañerismo”.

Este es un fragmento de la respuesta a la pregunta “¿Con qué soñamos?” que los pobladores de la toma “17 de Mayo” mantienen en un cartel para no perder las esperanzas. ¿Quiénes son ellos?

Se trata de 180 familias carentes de casi todo. Aspiran a comprar el terreno en el que se han instalado en Cerro Navia, una de las comunas más pobres de Santiago. En Chile, están lejos de los titulares noticiosos. La crisis sanitaria y económica de la pandemia, la asamblea constituyente, más las numerosas elecciones que se avecinan, son los asuntos que remecen al país. Algunas familias llevaban casi diez años esperando subsidios estatales, otras no calificaban para créditos hipotecarios o se encontraban en una página en blanco, de esas que no calzan en ningún programa. Solo se tenían a ellos y a la voluntad para salir adelante.

Cerro Navia es una comuna nacida por decreto en 1981. Está ubicada entre Pudahuel, Quinta Normal y el territorio de la antigua Barrancas, sector agrícola comprendido al norte del río Mapocho. Desde los años ’50 Barrancas  creció con improvisados barrios de obreros, artesanos y pequeños comerciantes que escapaban de los hacinados conventillos urbanos. Poblaciones como El Montijo, Violeta Parra, Herminda de La Victoria y Fanaloza (entre muchas otras), surgieron a través de ocupaciones ilegales o compras hechas por cooperativas de trabajadores. Es decir, Cerro Navia posee una larga historia de carencias habitacionales, precariedad, esfuerzo familiar, violencia callejera y servicios que apenas dan abasto. No en vano, el cantautor Víctor Jara se inspiró en Barrancas para la canción “Luchín” (1972) en homenaje a los niños descalzos de estos  improvisados campamentos. Desde el 17 de mayo del 2019, el pasado y el futuro se conjugaron en un destino para estas familias que no piden regalos, sino que la opción de comprar y permanecer en Cerro Navia. Se conocen, se apoyan y creen en la autoconstrucción.

Nueva realidad, similares fallas

Desde 1981, diversos alcaldes han liderado Cerro Navia, desde militares, pasando por representantes de la Concertación, Renovación Nacional y el actual edil, Mauro Tamayo (Independiente, ex Comunista), sin embargo, las respuestas a las urgencias  habitacionales fluyen con lentitud. Según datos del Gobierno Regional Metropolitano de Santiago, la cantidad de habitantes de esta comuna no ha parado de crecer. Ya en el 2020 alcanzó los 148.312. Presenta una alta concentración demográfica (13.335 personas por Km2). Al mismo tiempo, el 76% vive en entornos catalogados de “críticos” o de extrema pobreza. También, posee una alta tasa de allegados, es decir, dos o más familias compartiendo un mismo hogar. En esta condición se encontraba la mayoría de estos 180 pobladores. Para acceder a sus fuentes de trabajo, les interesaba permanecer en su comuna. Fue entonces, cuando se enteraron sobre unos terrenos eriazos (improvisados basurales) que iban a ser asignados para viviendas sociales. Así, un día 17 de mayo, se arriesgaron a levantar sus carpas provisorias en dos hectáreas de terreno pertenecientes al Fundo Santa Elvira (nombre del sitio eriazo). Poco tiempo después, en seis hectáreas de dicho predio se instalaron otras 800 familias en la  toma “Violeta Parra”. En esta última y  debido a un gran incendio, los dirigentes solicitaron la intervención de la Municipalidad y del SERVIU (Servicio de Vivienda y Urbanismo).

“No queremos que nos regalen nada”

Con este argumento, los dirigentes (mantienen el anonimato por razones judiciales) han dado a conocer su comunidad en las redes sociales. Tal como lo explican en la pregunta sobre su gran sueño, buscan negociar, comprar y tener la posibilidad de levantar una villa. Las mujeres han formado cooperativas de ayuda mutua, huertos, talleres de apoyo escolar y ollas comunes. La pandemia, con todas sus restricciones, se ha traducido en la pérdida de varias fuentes laborales. Han encontrado buena acogida por parte de voluntarios y donantes. También, han logrado que el municipio los abastezca con camiones aljibe y la recolección de la basura. No se han resuelto temas tan importantes como la electricidad y el alcantarillado.

Lamentablemente, esas dos hectáreas  pasaron el año pasado de uso agrícola a uso industrial. Esto es, porque los dueños del Fundo Santa Elvira, el grupo ENEA (administrado por María Hortensia Guzmán) optó por destinarlo al arriendo de bodegas. Desde antes del año 2018 la Municipalidad de Cerro Navia estaba trabajando en un nuevo plan de desarrollo urbano. Este era parte de la esperanza de los pobladores de la “17 de Mayo”.

El 24 de Diciembre fueron llamados a la primera audiencia del caso, en el Quinto Juzgado de Garantía de Santiago. Tenían que responder al Recurso de Amparo interpuesto por el grupo ENEA, bajo la representación del abogado Juan Domingo Acosta. Por su parte, las 180 familias fueron representadas por los abogados Nicolás Toro y Matilde Alvear, pertenecientes al Comité de Defensa del Pueblo Hermanos Vergara Toledo. El juez no dio a lugar dicho recurso, dada la ausencia de violencia y robo. Sin embargo, fueron llamados a una segunda audiencia el 04 de marzo del 2021. En ella, se intentó llevarlos a una querella penal, la que no pudo prosperar porque necesitaban identificar a cada uno de los habitantes de la toma.

 

Preparando la tercera audiencia

Actualmente, los dirigentes de la “17 de Mayo” (asesorados por sus abogados) se están preparando para una tercera audiencia, programada para el 06 de mayo. Ya saben que se trata de otra querella penal. Por ahora, están intentado reunirse con el alcalde de Cerro Navia y promover la conciencia sobre la dura disparidad que existe entre los actuales programas de ayuda estatal y la realidad de quienes viven, día a día, en la pobreza. Aunque los pobladores saben que han realizado un acto ilegal, enfatizan en la importancia de destinar más terrenos urbanos a viviendas sociales. En general, dado al gran crecimiento de Santiago, los proyectos de bajos recursos se realizan en periferias cada vez más lejanas de las fuentes laborales. “¡Queremos comprar!”. Pese a los obstáculos, a la falta de dinero, poder y recursos, los ojos de los pobladores brillan con el sueño que han escrito en un cartel.

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