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Ya sea que  nazca una flor,
un cangrejo, un paraguas,
un hombre, una princesa
o un violín,
en acción a la par,
el mundo de las sombras
interviene,  para sostener
a la incipiente creación.
Porque surgen, de inmediato,
estas imágenes oscuras
que delatan  y acusan,
ratifican y comprueban
la nueva existencia.

Frescos,  pintados
en cada superficie cercana.
Mágicas siluetas,
vestidas de elegante silencio;
eternas compañeras incansables,
que despiertan a la más leve luz.
Sombras  propias y proyectadas,
animosas en el juego,
entregadas en el amor;
ágiles en el baile,
tristes durante un duelo.

Mundo de sombras paralelo,
misterioso y sugerente…
compuesto por  luces,
superficies,  enfoques
posiciones y ambientes.

Quizás, las sombras
son primero
y somos nosotros, su reflejo;
sólo la luz, que es cómplice
lo sabe fehacientemente
y, también, la oscuridad
que guarda, con hermetismo,
de igual manera, el secreto.
Porque cuando ella,
la oscuridad,
es  absoluta, completa, latente…
nuestras sombras y nosotros,
bajo su poderoso y total encanto,
desaparecemos  irremediablemente,
hasta que se reinicia el juego
entre luz y oscuridad,
nuevamente.

 

 

 

 

 

 

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