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En la conexión con las plantas y las aves hay un fluir cierto, las cosas suceden cuando suceden, no hay mucho que hacer desde el punto de vista de la voluntad o el deseo. A lo más puedo estar disponible para fluir, a veces ayudar un poco y estar atento para recibir regalos asombrosos. Pero la “mente” humana se hace presente y con ella el tiempo, el deseo, la voluntad, las ganas de que las cosas fuesen como uno imagina, y con ello si no una frustración por lo menos un algo de desazón.
En esta despedida del jardín y del manzano (en este preciso instante escucho un zumbido y es el colibrí gigante aleteando entre las ramas del manzano) me entristecía precisamente la ausencia del picaflor gigante. Sentía que no había conexión, que en esta temporada la relación no había tenido nada especial, casi sentía que mi ave maestra andaba un poco esquiva, no se había dejado fotografiar con facilidad, no habíamos danzado… en fin, el regalo de la belleza de su presencia, pero distante mientras dentro de la casa caminan y revolotean las torcazas y los chincoles y en el patio un tordo canta y me observa que termine mi práctica de chi kung y le tire algunas semillas.
De pronto (no sé en qué forma el manzano, el colibrí y yo nos conectamos, pero no es la primera vez que ocurre una coincidencia de este tipo) al día siguiente de una meditación extraordinaria con el manzano, observo al colibrí posándose en el jacarandá sobre una rama frágil que queda en frente y muy cerca de donde me instalo a escribir y que también se puede ver desde mi cama al despertar. Es un cruce de miradas bastante inusual solo ocurre en esa ramita. La picaflor tenía problemas, con lo que al comienzo pensé que era una flor blanca atorada en su puntiagudo pico. Pero logró sacársela y la dejó sobre la rama. Y luego volvió con otra y con otra y con otras como globitos que brillaban con el sol. Luego supe que eran telarañas y que está haciendo su nido aquí frente a mi “escritorio”, entre todos los cientos o miles de ramas que pudo haber elegido para anidar en los arbustos y árboles del sector.

El colibrí gigante haciendo su nido

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