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En nuestro último Jasayé estuvimos con Ricardo Martínez (Doctor en Lingüística), autor del libro Mal Educados (2016),  investigador del Centro de Estudios Cognitivos y coordinador de Extensión del Departamento de Lingüística de la Universidad de Chile. Por esto días se encuentra promocionando “Mal educados”, una publicación de Editorial Planeta, que analiza los mitos y verdades de la educación en Chile, en momentos que el país se encuentra experimentando diversas transformación en materia de educación y políticas en general.

En este Jasayé reflexionamos en torno a su pensamiento y sus aportes a la educación. Hicimos referencia a su libro, el cual en sus más de 150 páginas, Ricardo explora diversas respuestas a temas tales como si las universidades estatales son preferibles a las privadas, si son mejores las carreras universitarias largas o cortas y si es más fácil encontrar trabajo con un posgrado, entre otras cosas. En definitiva, cómo insertarse el mundo laboral con o sin un postgrado, cómo romper las cadenas de pobreza, con o sin un título universitario.

Con Ana María Lara y Claudia Vaca, anfitrionas del Jasayé, reflexionamos en torno a una constante: todos los movimientos sociales de las últimas décadas han tenido su origen el mundo educacional. Afirmando que: Mientras más capital cultural más se cuestiona el orden social.

Hoy se hace visible la injusticia, la falta de acceso, ha surgido la lucidez de las cadenas, en la capacidad de ver al entorno y reflexionar.

El éxito de la escolarización en Chile, a diferencia de otros países de la región, no significa ninguna garantía, para muchos existe un sentimiento de fracaso hacia el sistema escolar y las instituciones universitarias en general. A pesar de ello, nos encontramos con jóvenes que sostienen y proponen debates llenos de fuerza, jóvenes que, con sus competencias textuales, generan agencia política e impulsan movimientos sociales, porque están comprometidos a no seguir tolerando y menos recibiendo la transferencia cultural de la precariedad material.

Frente a esto, surge la pregunta sobre qué hacemos con la cadena de valores, ¿estamos preparados para asumir estas denuncias juveniles con los valores económicos y axiológicos que seguimos queriendo sostener?; a qué costo lo haremos entre tanta contradicción, necesitamos construir nuevos procesos reflexivos y participativos junto a las especializaciones, para dejar de tener tanto cesante laboral ilustrado.

No puede ser que haya que estudiar y trabajar, no puede ser que estudiar sea endeudarse, tiene que haber otra forma más allá de la sociedad oprimida y cansada del exitismo. Más allá de este modelo que socava y explota la naturaleza humana.

El tiempo psicológico, el tiempo para el desarrollo cultural está siendo asesinado, las representaciones contemporáneas del mal y la violencia y su relación con los marcos sociopolíticos y simbólicos que condicionan la voluntad y la conciencia del individuo, la realización profesional está en crisis desde hace décadas, en torno a ello surge la pregunta: ¿Cuál es el valor de la educación y cuál es el contexto en que ocurre aquello?, en estos años de mercantilización y politización de los sistemas educativos, cabe preguntarnos, como en los antiguos tiempos: ¿qué es la Educación?
Es imperiosa una reformulación de los contenidos y los trayectos curriculares, las didácticas, para entender la propia identidad, para generar nuevos constructos culturales, es imperiosa la generación de contenidos sin fronteras disciplinarias, para crear respuestas integrales a las diversas problemáticas del mundo y la humanidad.

¿Cómo formar ciudadanos en tiempo diluido entre pantallas y monetización de las existencias, por encima del ser?, una constante para respondernos esta pregunta es, recordar que: Somos múltiples y diversas identidades que solo podemos habitar en el amor.

Disfruten el Jasayé #19 y sigamos dialogando, preguntando, hilvanando.

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