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Luego de esta crisis sanitaria y al encontrarnos de manera tan cercana con la muerte o bien con ella directamente, han surgido distintas formas de relacionarnos.
Han cambiado nuestros hábitos asociados a esta nueva modalidad, a través del contacto tecnológico y a las relaciones humanas que se basan en este soporte.
Muchas personas hablan de la conexión con el ser interno, de la creatividad ante la incertidumbre, de la posibilidad de una trascendencia más allá de la materialidad frente a la muerte, proceso muchas veces comprendido desde diversas religiones: la trascendencia del alma, la inteligencia espiritual, siendo esta última un atributo humano, pues su origen se basa en la sabiduría y en la capacidad de ver de forma holista la realidad. Visión que puede ir más allá de la psique individual. Podemos describirla como una forma armónica de relacionados de manera más holista (menos reduccionista), a pesar de distintas circunstancias. Se puede definir como una inteligencia transpersonal porque va más allá de los deseos egóticos. Opera con visión universal y no se limita a la racionalidad mecanicista. Es la única que puede darle sentido espiritual a la vida, es decir, generar sentido trascendente para vivir, alimentar la integridad de nuestra conciencia al relacionarnos armónicamente, de ser felices a pesar de diversas circunstancias. Así es como se ha generado una suerte de cultura espiritual frente a esta nueva forma de interactuar, entendida como la capacidad de crear nuevas rutinas, desde esta perspectiva única que va más allá de una realidad mecanicista o previamente condicionada.
Todo esta cultura espiritual no se ha generado de manera espontánea colectivamente, podríamos decir, no sin haber vivido una crisis o ruptura anterior, que ocurrió luego del estallido social. Casi todo cambió radicalmente y en ese proceso de transformación han surgido palabras que se repiten constantemente como: colaborar, integración, emoción, equidad y dignidad, entre otras. La sociedad ha cambiado rápidamente y pareciera ser que debemos redefinir muchas ideas que creíamos entender, como ocurre con las distintas formas de conocimiento proporcionadas por el arte, la sensibilidad, el entendimiento través del sentimiento. Hablamos del valor de mostrarnos vulnerables en oposición al mostrarnos como seres inquebrantables, esto conduce a la capacidad de resistir en lugar de combatir violentamente una emoción. En coherencia a lo ocurrido en el estallido social, toda esta situación quedó manifestada en las diversas expresiones artísticas y de resistencia por medio de una suerte de revolución afectiva: la creación de jardines en los lugares de enfrentamiento de las fuerzas represivas, la realización de grafitis y poemas en las calles, como una suerte de catarsis para que todo ese mal sueño terminara, el mal sueño de un paradigma desconectado de nuestra raíz y de nuestro sentido espiritual, me atrevo a decir.

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Alguien comentó sobre “Nueva modalidad

  1. Un acierto este texto, iluminar un aspecto de transformación de nuestra sociedad, el espiritual aroma sutil y a veces imperceptible, y sin embargo ahí está.

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