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Lo único seguro en la vida, curiosamente, es la muerte. Desde este entendimiento, cabe preguntarse: qué es valioso realmente y qué simplemente no lo es. Siempre he dicho que el escenario físico de la vida es hermoso; amaneceres bellos, encantadores, ya estén pintados en tonos alegres, brillantes o grises, siempre están llenos de esperanza; atardeceres también matizados por colores hipnotizantes; mares, montañas, prados, lluvias ligeras, tormentas que obligan a buscar un refugio, brisas y vientos; diversos fenómenos de la naturaleza y, liderando todo, el misterio de la vida en seres diminutos y en los muy grandes también. Aquí me detengo; me gustaría saber si, las tortugas se juzgan y critican cruelmente unas a las otras, o los elefantes, las moscas, etc. Lamentablemente, los seres humanos, grupo en que nos ha sido designado nacer, hemos creado sociedades lapidarias, competitivas, exigentes, en que unos a otros nos calificamos y descalificamos sin piedad. Muchas personas dedican gran parte de su vida a: “buscar la paja en el ojo ajeno” actividad, lamentablemente, casi institucionalizada.
Qué significa la palabra crítica. De acuerdo al diccionario crítica significa: “conjunto de opiniones o juicios que responden a un análisis y que pueden resultar positivos o negativos”. Conforme; pero quién realiza este análisis, quién a través de sus filtros ha decidido sobre el valor y comportamiento del otro. ¿Sabe esta persona de qué está hablando? ¿Conoce esta persona la vida, la historia, que existe tras ese ser que ha caído bajo su mirada “crítica”? ¿Quién le ha nominado para emitir opiniones no solicitadas?
Como nuestras vidas, se desarrollan en un territorio de medidas y juicios de unos hacia los otros, qué queda por hacer para evitar el dolor. Muchos dirán: “a mí, no me importa lo que digan. Me da lo mismo”. Bueno, ojalá sea así, pero hay otras personas a quienes sí les duele o molesta, este eterno ejercicio del análisis de las vidas ajenas; análisis y juicios que, por lo general, son duros y en muy contados casos de alabanza.
Si no queremos ser arrastrados y heridos por los juicios ajenos, debemos tener una férrea conciencia de nuestro valor único e irrepetible, de nuestra exclusividad existencial; nuestras huellas dactilares demuestran que somos todos diferentes. Pero, a la vez, debemos recordar, nuestra condición humana que nos une, sin distinciones de ningún tipo. Desde este punto de vista, qué sentido tiene la crítica; se asegura que existe la crítica constructiva, pero sigue siendo crítica.
Si lográramos entender que todo es una programación, de acuerdo al lugar en que nacimos, a la familia que nos crio, a toda la información que fuimos recibiendo mientras nos desarrollábamos; podríamos intentar separarnos de lo que aseguramos que creemos, en relación con todo; incluso, con nosotros mismos y entender, que los seres con quienes interactuamos están aquejados del mismo mal: una programación dolorosa y “criticona”.
Los inquisidores están por todos lados, esto es algo inevitable. Pero sin ánimo de ser vengativos, podemos pensar, que el peor castigo, para el que nos daña con sus juicios, es que tiene que vivir con su propio ser; soportarse a sí mismo mientras en su interior prepara el veneno que luego nos arroja. En todo caso, esa persona está programada y herida, por eso actúa así, porque alguien con una mente equilibrada, sana en paz, no necesita convertirse en el juez de los demás.
Todos tenemos diversas opiniones en relación con todo, pero lo ideal es filtrar qué diremos y qué no, a fin de evitar dañar a los demás e incluso a nosotros, ya que, muchas veces, nos arrepentimos de lo que hemos dicho o comentado acerca de quienes habitan nuestro círculo de vida y luego sufrimos por partida doble, en el papel del verdugo y víctima de nuestras propias acciones.

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