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Fesal Chain

Más allá de la posición política de Rivano y de las consabidas descalificaciones personales y juicios coyunturales por haber sido el librero de Pinochet, ahondar en su literatura y sobre todo profundizar por una parte, en su idea de la relación entre literatura y política y por otra, en la filosofía de vida de sus personajes situados en el bajo mundo, abre una perspectiva más que novedosa respecto del realismo social chileno y del elan vital del pueblo.

En primer lugar, el autor afirma: “Para mí las cosas políticas son de momento. No hay nada que al final no haya terminado, no hay ninguna situación, por terrible que aparezca, que no tenga su punto de término. Mientras que las cosas de tipo social, el abuso, la lucha por la subsistencia, son eternas. Mi obra tiene que ver con el sufrimiento del ser humano, está en lo eterno de las cosas, no en las circunstanciales.” Esto lo plantea en distintas entrevistas y por cierto en sus obras de teatro, novelas y cuentos.

Por otra parte, y sólo tomando su novela “Tirar a matar” de 1971, podemos constatar una filosofía de la existencia humana y una sociología del mundo popular a contracorriente de la izquierda. Roberto el protagonista, dice respecto de los condicionamientos medioambientales (sociales) del individuo, “Tonteras (…). Las ovejas pueden estar condicionadas por el ambiente, ser fruto de su propio paisaje, pero el hombre…El hombre es rey y señor de su propio destino. Posee un reino que a lo mejor no tiene más fronteras que las de su propio pellejo. Pero ese es su reino, absoluto, propio.” Es decir, el reino de la voluntad como fenómeno activo y preponderante y de la apuesta por el triunfo o derrota de esta.

Considerando estás dos cuestiones, es más que interesante la obra de Rivano, en tanto su mirada desde la novela social y de los bajos fondos, (tal cual la tuvo Gómez Morel el gran autor de El Río, famoso delincuente y explícitamente pinochetista), no solo reinauguró un modo de escritura específico, (que personalmente llamo realismo sucio chileno), sino que propuso una nueva construcción de lo popular, no asentada en lo político como pueblo consciente y organizado, sino en lo social, como pueblo sufriente y abusado en su carne y en su cotidianidad, independiente de su adscripción ideologica o de los grados de comprensión de sus supuestas determinaciones “ambientales” o de clase.

De ahí que en su narrativa agrupe en la categoría pueblo a individuos y estratos muy disímiles y que a la cultura de izquierda le es difícil aceptar y por consiguiente agregar. Por ejemplo, el carabinero raso maltratado por sus superiores, que vive en la subsistencia y que tiene como rol reprimir al pueblo, es para el autor parte consustancial a ese mismo pueblo sufriente:  las prostitutas, los homosexuales pobres prostituidos, los travestis o el delincuente habitual: el choro, el antiguo flaite o los lanzas.

Acaso esta concepción de lo social y lo político, es la que resume y explica el real modo de ser de amplias capas de la población que actúan desafectadas y desinteresadas de toda interpretación clasista y de izquierda, pues la sienten cómo un relato ficticio e impostado sobre sus vidas cotidianas. Es que al decir de Marx, nunca es recomendable confundir las categorías de análisis sobre la población con la población misma.

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