Compartir

a: Miguel Lawner Steiman

Hay un punto -siempre frágil- donde el ser
humano trasciende sus propias fronteras,
deshabita su cuerpo para habitarlo con mayor
integralidad e integra a esas nuevas comunidades,
música, palabras y relámpagos. El todo
orgánico, colectivo y articulado de la voz
multiplicada, perfora el infinito dividido
lastimosamente por la acumulación, la ambición
y el egoísmo. Un nuevo bienvenido a la épica
del arte, la cultura y las humanidades
, que abandona
las cuevas prehistóricas del individualismo estéril,
intenta ese desafío que la libertad exige
y la paz de los pueblos requiere. En la arquitectura,
reinventa su corazón y diseña con lápiz
grafito territorios que ocupará, más temprano
que tarde, la naturaleza libre de la inteligencia
y las cosas y donde el hombre emancipado
de las servidumbres, construirá las ciudades
horizontales y espléndidas. Nadie habla
de esos laberintos y caminos de formación
que atravesaron aquellos que nutrieron de sentido
las ramas del conocimiento y dibujaron
la geometría más hermosa de los movimientos
sociales y que cuando fueron exigidos por la historia
para dar un nuevo paso hacia la liberación,
actuaron en consecuencia a su compromiso
y estuvieron a la altura de esas exigencias.
El vivir y el morir dependen de esos relojes
y del estar colaborativamente en el mundo.
Ningún trazo pierde color ni textura cuando sale
a exigir agua potable para los que morirán de sed.
En esa dialéctica constructiva de levantar
viviendas y poblar sitios eriazos que ocupó
sin pedir permiso y de las emboscadas deleznables
que le tendieron -que a cualquiera de nosotros
hubiese derribado para sumergirnos
en las aguas heladas de la derrota- regresó
con su humanidad ampliada, con la camisa
más blanca y los ojos más claros. Si bien es cierto
en medio de las subjetividades, la certeza
y convicciones sólo son un estado de equilibrio
necesario que sirve para besar y ser amado, los que ya no están
y Miguel que también caminó sobre las aguas,
produjeron este milagro memorable: la lectura
en voz alta del primer capítulo de la tierra nueva.
Cuando hablamos del destino colectivo
de los bienes como de otros ejercicios
de transformación y utilidad pública, hablamos
precisamente de estos paisajes por donde caminas
y de la presencia activa de la primavera.

Compartir

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *