Compartir

Leonardo Da Vinci aconsejaba a sus discípulos que cuando tuvieran que inventar alguna escena, se inspiraran en las manchas de las paredes viejas, húmedas y descascaradas pues en ellas podrían encontrar cualquier paisaje, expresión humana, personaje fantástico, traje y una infinitud de elementos.

Sin conocer las recomendaciones de Da Vinci, un día viví esa experiencia asombrosa mientras observaba el manzano del patio de la gratitud. En su corteza aparecieron pinturas rupestres e impresionistas, ángeles y duendes, escenas de cuento y paisajes de mundos recónditos.

La contemplación, meditación y registro de esas imágenes constituyen un tiempo preciado durante el cual se crean nuevas conexiones con el árbol maravilloso. Poco a poco ese espacio se transformó en un portal hacia el Reino Plantae y la magia cotidiana. Indago, investigo, experimento en lenguajes y formas de percepción y expresión que nos permitan conocer y dar cuenta del mundo común con los árboles y la naturaleza.

En esta jornada de “conversaciones con el manzano” he recuperado y fortalecido capacidades y explorado nuevas percepciones, ramificaciones cerebrales que habían sido podadas a lo largo de la vida para encajar en el paradigma racionalista, abstracto y antropocéntrico, que nos separa de la naturaleza y el fluir de lo vivo.

En el siglo 19, Alexander Von Humboldt -Andrea Wulf lo llama el inventor de la naturaleza- se aproximaba al conocimiento de la naturaleza desde el sentimiento y el pensamiento racional, desde la poesía y la ciencia; “el mundo externo, las ideas y los sentimientos se funden entre sí”, afirmaba el sabio alemán. Conocer el mundo incorporando la complejidad de las capacidades humanas no siempre fue despreciado por la ciencia.

Otro científico que exploró el conocimiento desde distintas perspectivas y prácticas fue el neurobiólogo Francisco Varela: él dijo que “la inteligencia dejó de ser la capacidad de resolver un problema para ser la capacidad de ingresar en un mundo compartido”. Para desarrollar la capacidad de comprender y compartir el mundo de los habitantes del Reino Plantae es necesario ir más allá de de nuestros sentidos habituales que a la vez de brindarnos un universo bello y asombroso, constituyen un velo sobre aquello que está fuera de las certezas de nuestro rango perceptivo conocido.

Una aproximación más abierta e integrada a la naturaleza puede enriquecer nuestra experiencia y abrir nuevos canales de conocimiento y mayor armonía con la trama de la Vida.

Compartir

3 Comentarios sobre “Comunicar con los árboles

  1. Maravillosa sincronía, mi acercamieto a los arboles se inició por relatos de mi abuelo materno asociados tangencialmente al mundo mapuche; luego convivir con el bosque por mi trabajo – como ingeniero forestal – y de auto conocimento de mi mundo interior; en el camino fui asombrándome al acercarme a la naturaleza vegetal con mis sentidos; cuando a través de la fotografía capturaba lo que mi sentir interno observaba y develaba en las imágenes, conexión que en algunas ocasiones se ha dado con imágenes en rocas mostrando impresiones indelebles de nativos como prueba feaciente de las inter relaciones de distintos mundos.
    Gracias Mauricio Tolosa..

  2. …gracias Mauricio, por estas
    bellas conversaciones con el manzano.
    Son infinitas las ramas y las hojas…recordé a Don Juan, de Castaneda y el otro lado, el ver y el no ver… algo más allá de la ceguera de nuestros condicionamientos, etc.
    Me alegró tu observación, cierta, de que no siempre pensar y sentir estuvieron tan distantes como actualmente muchas veces se siente.
    Abrazo al árbol

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *