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El fenómeno de los medios sociales en Internet está transformando la convivencia de las personas y comunidades en todos los ámbitos y niveles.

Hasta antes de los medios sociales, las tecnologías de la comunicación e información eran un aliado que abría posibilidades, que se insertaban bien en la lógica de las empresas y los Estados, que generaba nuevas posibilidades de expansión al modelo de desarrollo posterior a la Guerra Fría. El e-government, el e-business, el e-learning, el e-commerce, eran parte de una agenda digital que sólo traía beneficios y oportunidades de negocios y mejores servicios. Visto desde el poder, Internet tenía un efecto positivo, activador de negocios a distancia, permitía eliminar y ahorrar recursos humanos –“estos molestos seres humanos”- evitaba intermediarios, posibilitaba la publicidad a muy bajo costo. Pero súbitamente se terminó la luna de miel entre el gobierno y las tecnologías de la comunicación e información. Explosivamente aparecieron y se expandieron las redes sociales, particularmente lo que yo llamo el Tridente Facebook – Twitter – Youtube. Los ciudadanos se los apropiaron y empezaron a utilizarlos para transformar el mundo que los medios y lógicas dominantes habían construido como verdades inamovibles.

El escenario de la luna de miel se deterioró para los poderosos, especialmente para las estructuras más totalitarias. En 2011, en Túnez, El Cairo, Punta Arenas, Nueva York, Aysén, Roma, Atenas, Madrid, convocados, coordinados y sobre todo contra informando, a través de Twitter o Facebook, se manifestaron los indignados, los patagones, los rebeldes, los estudiantes, los de la primavera árabe, las mujeres por la dignidad. Las maquinarias oficiales del poder político mediático perdieron el poder absoluto para el manejo de la agenda y las verdades oficiales. Estas maquinarias fueron puestas en jaque, obligadas a responder, a modificar sus contenidos por los cientos de videos de Youtube que reproducían y compartían los testigos y agrupaciones ciudadanas.

Algunos entusiastas, como Wael Ghonim, ejecutivo Google y líder de las revueltas contra Mubarak en El Cairo, bautizaron a estos movimientos, particularmente el de Egipto, como la Revolución 2.0.

Los medios sociales rompieron una tendencia al aislamiento y la incomunicación que habían creado los medios masivos, particularmente la televisión. La pérdida del control absoluto de producir la verdad, sumado al descrédito y desplome de la legitimidad de las instituciones de poder, lleva a preguntarse si los poderosos aprenderán a utilizar los medios sociales para mantener su poder, o si los medios sociales están cambiando la forma de comunicación y organización de la sociedad, y como consecuencia, estamos viendo nuevas formas de articulación y legitimación de un nuevo tipo de poder.

Si tomamos como referencia lo que ocurrió con la aparición de la imprenta pareciera ser que ante la emergencia de nuevas formas de comunicación los poderosos prefieren morir fieles a su verdad, a su manera de comunicar y comunicarse, y prefieren extinguirse antes que cambiar.

En este contexto de transformaciones enormes de la comunicación, que son también transformaciones enormes de la humanidad, los movimientos ciudadanos tienen varios desafíos. Hago responsables a los movimientos ciudadanos porque creo que es en el empoderamiento de la ciudadanía donde mejor se expresa la potencia de esta nueva comprensión de la comunicación. Por lo tanto, son quienes deberían tener mayor interés en desarrollarla y defenderla.

Comunidad azul Fotografía de Mauricio Tolosa

Cambiar la comprensión de la comunicación

El primer desafío, y creo que éste es uno de los más difíciles, es poder cambiar la comprensión, el significado, el alcance del concepto de comunicación por parte de los ciudadanos. En decenas de procesos de aprendizaje, que he tenido el privilegio de facilitar a distintos actores de todos los niveles de la pirámide, muchas veces inicio pidiendo que dibujen y expliquen un modelo de la comunicación. En el 95% de los casos el modelo es el del emisor-mensaje-receptor. Ese modelo lineal, vertical, centrado en el mensaje y no en las personas, es un modelo originado en la medición de la transmisión de información entre aparatos telefónicos y no la comunicación entre personas que forman comunidades.

Para mí, apelando a su etimología de komein, comunicar es crear comunidades, constituirse y ser juntos, intercambiando desde los distintos quehaceres o identidades de cada uno.

Recuperar ese sentido de ser juntos intercambiando, es devolverle a las palabras comunidad y comunicación el poder del diálogo, el requisito del respeto, el reconocimiento del otro y la necesidad de convivir para vivir.

Los medios sociales están transformando y restaurando la comunicación humana, que se había atrofiado, entre otras causas, por el predominio de los medios de transmisión masiva. Pero todavía no hemos cambiado nuestras prácticas y creencias comunicativas más profundas, que son de la época de los medios electrónicos. Esto no nos permite aprovechar los nuevos medios sociales en toda su potencia.

La concepción de la convivencia actual refleja la memoria cultural del modelo que emergió en la pirámide de la comunicación que se fue construyendo y consolidando durante 5000 años: la práctica de la imposición al otro, como objeto receptor del control y la desconfianza, a veces de la agresión.

La práctica vertical de arriba abajo abarca todos los ámbitos de la convivencia, y se reproduce en la iglesia, en el partido, en la sala de clases, en la empresa y en la familia.

Así como la difusión de las ideas del Renacimiento, que circularon muy de la mano de la imprenta, correspondió a un ser humanista, en la recuperación de la comunicación de los medios sociales deberíamos pensar en un ser humano comunitario, respetuoso, colaborativo, que hace de la convivencia el sentido de la existencia, y no un medio para cumplir sus propósitos y sus intereses. En las redes sociales son millones las personas que realizan una práctica comunicativa más diversa, dinámica y horizontal, que genera incontables y múltiples sinapsis sociales a una velocidad que hace una década era difícil imaginar.

Integracion de la memoria Fotografía de Mauricio Tolosa

El derecho a la comunicación

El otro gran ámbito de desafíos, que surge y se fortalece desde el anterior, es el desarrollo y la defensa del derecho a la comunicación. Si los ciudadanos y los movimientos que los articulan se dan cuenta de lo que significa la comunicación en su constitución como comunidad, en su identidad, en su convivencia, en sus posibilidades de realización, entonces deberían ser mucho más activos en el desarrollo y defensa del derecho a la comunicación.

Este derecho incluye desde el derecho a manifestarse en la calle hasta el derecho a tener una televisión definida por la comunidad ciudadana y no por el Estado y el mercado. También vivir sin discriminación, en el respeto a los demás y sus diferencias, o la protección de las comunidades culturales vulnerables.

Particularmente importante es todo lo relacionado con los medios sociales que están siendo amenazados y son de una vulnerabilidad que no sospechamos en su quehacer cotidiano. El poder está inquieto y atemorizado. Sabe que corre peligro y busca día a día mayores formas de control, desde las más brutales y extremas, como los blackout, que consisten en apagar la señal de Internet y celulares en una región o ciudad completa, como ha ocurrido recientemente en Panamá o como ocurrió en las revueltas de Egipto, hasta la implementación de legislaciones de control como la SOPA, la PIPA, el TTP, por mencionar las que vienen por parte de los gobiernos.

Pero además de eso, y ya lo hemos visto en el foro anterior, ¿Qué sucede con los proveedores de los servicios de telecomunicaciones o la propiedad de los medios sociales? Recientemente hemos visto muchas personas que han visto cerradas sus cuentas en Twitter o Facebook por diferentes razones de uso. ¿Se imaginan ustedes que mañana, por poner un caso hipotético, el señor Murdock, o el Opus Dei, compraran Twitter o Facebook? ¿O que las filiales se fueran vendiendo regionalmente por país, cosa que es perfectamente posible como parte del derecho privado, y la transmisión de Twitter o Facebook la compraran los canales de televisión chilenos?

Los medios sociales nos parecen algo tan natural como el teléfono, parte del paisaje y de las prácticas comunicativas como la escritura en un cuaderno.

Pero su uso no está garantizado. Depende de los equilibrios del poder político y económico. Los desafíos del derecho a la comunicación son transversales, a todos nos constituyen en nuestras creencias, emociones y prácticas. Es urgente sacar la discusión sobre el derecho a la comunicación del foro de la libertad de prensa y de las conversaciones de especialistas, y compartirlas con los movimientos ciudadanos. La magnitud de nuestras esperanzas y proyectos depende de nuestra capacidad de comunicarnos libremente, de ser comunidad.

Nota: Este texto fue presentado en el seminario organizado por Unesco para conmemorar el Día Internacional de la Libertad de Prensa, 2012 y forma parte de la reflexión que originó el libro “Comunidades y redes sociales, el desplome de las pirámides”

Creemos comunidad: Mi “dirección” en Twitter @mautolosa y en Facebook

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7 Comentarios sobre “Redes sociales y derecho a la comunicación

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