Compartir

Me demoré en abrir mi cuenta de Facebook. Corrían rumores de espionaje y estafas. Lo hice en el 2011, cuando la nostalgia de vivir lejos de Chile me empujó hacia esta pionera red social. Entonces, me comunicaba por emails y llamadas Skype. Los primeros contactos fueron mis ex compañeros de colegio, universidad, amistades de la infancia y parientes lejanos. ¡Todo muy emocionante!  No abundaban las fotos. Se trataba de stickers y comentarios. Escribir era más importante que las imágenes. Después de todo, en nuestros países recién se estaban masificando las cámaras digitales. No existían los teléfonos inteligentes, solo celulares tipo “almeja”. Los mensajes se pagaban aparte y bajar las fotos al computador era un “cacho”.  Los videos se obtenían de websites promocionales. Eran tipo tarjetas de saludo, con melodías, paisajes, reflexiones o humor. Por supuesto, estaban los usuarios de “vanguardia’, quienes exhibían material audiovisual “hecho en casa”. Fue un incentivo para usar la cámara nueva de mi gringo. 

El grupo DIÁLOGO

Al año, mi círculo virtual se había enriquecido con “amigos de otros amigos”. Uno de los primeros “virtuales” fue el profesor apodado Manuel No Jueguen con él, quien lideraba conversaciones sobre trenes y tecnologías del ayer y hoy. Pronto, los “conversadores” pasamos a temas de historia, educación y experiencias personales. Cada vez se diversificaba más la audiencia.

Con el tiempo, fuimos invitados a un grupo titulado DIÁLOGO. Era una nueva opción de Facebook para reunir a personas con similares  intereses. El administrador era Gonzalo Greene Domínguez, un hombre de gran cultura, promotor  del intercambio de conocimientos, opiniones y de la amistad virtual-presencial. Aunque una enfermedad le dificultaba las habilidades motoras, él abría las puertas de su hogar a quienes vivieran o visitaran Santiago de Chile. Las fechas se avisaban con antelación y el requisito era llegar con un aporte para el “picoteo” o el “copete”. 

En ese inolvidable grupo conocí a la psicóloga Soledad Reyes, a las hermanas Tamara y Marcia Álvarez, a la artista de la Patagonia, Marcela Trujillo, al descendiente francés y micro-empresario Carlos Castaing, la alemana del sur, Marie-Luise von Moltke, el diácono católico, Sergio Candia, el argentino Pedro Q. Ramírez y la chileno-italiana Alicia Zereda, entre muchos otros

Partimos con un excelente nivel y los integrantes fueron en aumento. Hubo algunos legendarios por su capacidad de argumentación, propuestas de temas polémicos o habilidad para narrar emotivas historias personales. Recuerdo a los ya fallecidos Fernando Miranda Artasánchez (chileno-español en Barcelona) y la judía Liliana Guiloff. ¡Eran verdaderas bombas atómicas!. Ambos luchaban contra enfermedades terminales y fuimos parte de la nueva realidad virtual de acompañarlos en su largo caminar hacia el adiós. Todavía los conservo en mi lista de amigos.

Otros inolvidables fueron (y son) el musulmán Mario Seda Espejo, el arquitecto Andrés Zagal, el ex militar Andrés Iriarte, los amantes de la historia Adio Velásquez y Alicel Belmar.  También, el artista chileno en Suecia, Alfredo Castro, Christian Mc-Niven y Jaime Andrés De Los Reyes. Todos de gran aporte cultural. 

Gonzalo “en vivo”

Tuve la oportunidad de asistir a un par de encuentros en la casa del gestor de DIÁLOGO, Gonzalo y su esposa María. Allí conocí a varios de los nombrados y a otros recientes como la fotógrafa y poeta Cecilia Marticorena, al artista Roberto Lara y a la “country girl”, Susan Bell. 

Era emocionante pasar de la conversación digital a la presencial. Verlos de cuerpo completo, escuchar sus voces. Nacieron amistades y hasta se formó una pareja en esa casa. Entre el 2012 y 2013 se incrementó el uso de fotos propias, pero los videos eran pocos. A todos nos bajaba la timidez de hablar en un “selfie”. 

Destaco de esta etapa, el tiempo que cada uno se tomaba en “leer” a los otros, de  participar y compartir intimidades. Éramos el “paño de lágrimas” para corazones rotos, el “aplauso” para quienes cumplían alguna meta, el “terapeuta” para los que se desahogaban.  Tampoco faltó el misterio, como Priscilla Herrera. Era muy buena para opinar y seleccionar textos de grandes autores, pero nunca subía fotos ni su nombre se encontraba en google. Se dijo que viajó a Suecia a conocer a uno de los “dialogantes” y que era muy bonita, pero nunca supimos la verdad.

Fiestas Patrias virtuales

Un impactante evento de DIÁLOGO ocurrió durante un 18 de septiembre, donde los chilenos que estábamos lejos del país nos juntamos en el grupo. Se nos unieron otros que no habían ido a ninguna parte. Sin darnos cuenta, iniciamos una celebración. Fuimos compartiendo nuestras mejores memorias sobre las Fiestas Patrias, aventuras de infancia, comidas, juegos, paseos. Hubo intercambio de recetas, brindis virtuales y hasta comenzamos un concurso de payas o versos criollos improvisados. Pasamos un estupendo “18” sin videos, sin voces y con pocas fotos. Mi gringo no pudo creer que yo estaba en plena fiesta. Para él, me encontraba escribiendo en silencio frente al computador. Me asombra hoy la capacidad imaginativa que tuvimos de compensar lo que hoy se solucionaría con un simple zoom. 

El “hackeo” de DIÁLOGO

Durante el 2014, ya éramos muchos, demasiados. Se infiltraron los “trolls”. Surgieron peleas e intolerancia. Gonzalo llamaba a la paz, pero no se atrevía a expulsar a los violentos. Quería dar ejemplo de fraternidad. Quizás, ahí estuvo el error. La armonía duraba unos meses y volvían a surgir las peleas. Los “fundadores” comenzaron a irse. En algún minuto, Gonzalo anunció que lo habían “hackeado”. Afortunadamente, el “computín” Patricio Alveal Drago y yo éramos “ayudantes administrativos” y mientras, Manuel y Soledad iniciaban un debate para distraer la atención, con Patricio logramos pillar por sorpresa al usurpador y el querido Gonzalo recuperó su sitial. ¡Al más puro estilo “Misión Imposible”!

Aplausos silenciosos del auditorio.

Nada es para siempre

Al 2015 y pese a los esfuerzos, el espíritu inicial de DIÁLOGO se quebró. Se dividió internamente en dos bloques. La libertad de expresión se tornaba difícil. Los temas feministas, políticos y religiosos se hicieron insufribles. La periodista Mónica Rojas  tomó el toro por las astas y abrió el grupo MARGINALES con todos los “arrinconados”. Partimos muy bien, pero ya se habían abierto otras redes sociales. Muchos optaron por el WhatsApp, Instagram, Twitter o YouTube. Facebook fue perdiendo esa intensidad del pensamiento escrito. Todo era rápido. Pocos eran capaces de leer más de cien palabras. Los textos se reemplazaron por los videos de la vida diaria o los emprendimientos. Para el 2018 se había incrementado la polarización. Aparecieron los activistas “Woke” y la mala costumbre de las funas o cancelaciones. La mayoría pertenecía también a otros grupos de debates, pero todos se fueron cerrando o diluyendo en fotos y frases por cumplir. La crisis llegó al máximo con la revuelta octubrista chilena. Fue ahí cuando Mónica Rojas declaró que pensaba alejarse de las redes sociales. Paralelamente, Gonzalo intentó atraer a los “antiguos”, pero la magia se había esfumado. Cada uno se quedaría con su muro. 

En honor a MARGINALES

Actualmente, MARGINALES sigue funcionando. Nunca al mismo ritmo que antes porque la ingenuidad tecnológica del ayer no se revierte. Sin embargo, mantiene esa cohesión de una amistad gestada en la aventura de la virtualidad. Menciono algunos nombres que no deseo dejar en el tintero: Francisco Larenas, Andrés Rojo, Soledad del Campo, Beatriz Ruzafa, Carmen Bonifacio, Carola Pérez, David Blanco (fallecido), Eduardo Reyes Cerda, Enrique Álvarez, Gloria Mulet, Luzmira Romero Gallo, María del Carmen Castillo y Cecilia Fellner, entre muchos otros. Como dice el lema “en este muro, la única regla es el respeto”. 

 

Compartir

Alguien comentó sobre “Aquellos Primeros Amigos Virtuales

  1. Gracias Pili, por la historia tan interesante, llena de recuerdos y de personas inolvidables. Siempre me he considerado feliz y honrada por pertenecer a Marginales.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *