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Comunicar es un gran desafío. Se han comenzado guerras, cortado cabezas y terminado matrimonios, entre otros infortunios, por falta de capacidades de comunicación. Es que no es sencillo comunicar. ¿Tengo algo qué decir? Es la primera pregunta que me hago. Mi lado humilde y sereno me dice que seguramente ya está todo dicho y que nada nuevo aportaré. El ego, mío, que lucha por crecer, me levanta diciendo ¡Claro! ¡Tenemos mucho qué decir! Y así. Entonces viene la pregunta ¿Cómo lo digo? Y me encuentro con la velocidad de las carreteras donde circulan las comunicaciones. Pragmatismo puro. 500 caracteres, 140 caracteres, solo emoticones. ¿Qué hago?

¿Qué puedo decir en estas vías tan ranuradas? Un Cervantes jamás se habría producido en nuestros tiempos. ¿Alguien imagina el Quijote en 100 palabras? Es complejo comunicar, en particular en estos días donde la rapidez se une a la economía de tiempo y espacio. “Diga lo que quiera, pero rápido. ¿Ya lo dijo? ¿No?” Y se encuentra una de pronto, amordazada.

Y nos acostumbramos a decir lo que pensamos en pocas palabras o en monos. Hasta los ministros mandan sus comunicados comprimidos. Pero lo más preocupante es que también nos acostumbramos a leer solo eso, corto, que no ocupe tiempo ni espacio. Y nos preguntamos luego, porque se lee poco en Chile. Y aquello que se lee ¿Qué calidad tiene? La última pregunta que me hago es ¿Lograré invitar a reflexionar sobre lo mismo?

Comunicar tiene que ver con comunidad. Y la vida en comunidad es parsimoniosa. No se esperan respuestas inmediatas. Es más, a veces se espera que los astros estén alineados de cierta forma de manera que respalden aquello que queremos comunicar. O las señales de los animales, en fin. Comunicar no solo lo que emerge de las reflexiones propias, sino también lo que dicen los demás miembros de la comunidad. Y cuando se logra la comunicación, los acuerdos, todos celebran. Así, hablando y reflexionando. Esperando la cosecha para responder o callar. A veces es mejor esperar a decir una palabra buena antes que 140 que enojen a alguien. Definitivamente, comunicar, el acto de comunicación en la cotidianidad es de importancia trascendente.

Será necesario un poco de parsimonia y reflexión ¿Habré dicho lo que quise decir? Tal vez termine tan sola como al inicio de estas líneas. Pero tengo fe. Creo que aprendimos  a ocultar la historia y lo que decimos visiblemente es solo el 10% de lo que queremos decir. Las capacidades humanas son sorprendentes.

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