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“Junto a Pandit Ravi Shankar se ha ido una era” dice en su mensaje de condolencias el Primer Ministro de India, Mammohan Sing, “La nación se une para rendir tributo a su talento, su arte y su humildad. Era un tesoro nacional y embajador global del patrimonio cultural de India.

Recuerdo esa escena inicial del film Gandhi, donde personalidades y periodistas de todo el mundo se refieren al Mahatma, como un personaje de la humanidad. Me parece que es Einstein a quien citan diciendo “Para las generaciones futuras será difícil creer que un personaje así haya caminado sobre la faz de la tierra”.

Ravi Sahankar, fue en otra época y en otra dimensión algo parecido. Quiénes tuvieron la posibilidad de escucharlo en alguno de sus conciertos recordarán esa sensación sublime, que sólo contados maestros tienen el don de regalar, cuando las notas se fusionan con el alma, rompen el espacio y el tiempo, y la música deviene una experiencia espiritual.

Eso ocurría cuando sonaba el sitar sereno y profundo de Ravi Shankar interpretando piezas clásicas de la música india.

Alguien que se mueve en esas alturas o profundidades del arte, se origina en una cultura pero vuela en la humanidad toda. Así lo entendió Ravi Shankar que hizo un hábito el dialogo con músicos y artistas de todas las latitudes y géneros, con la música clásica occidental, japonesa, el jazz y el rock, la música para ballet y para películas. Con el violinista Yehudi Menuhin, el saxofonista John Coltrane, Phillip Glass, los maestros del shakuhachi  Hosan Yamamoto y del koto Musumi Miyashita, en la música japonesa, el flautista Jean Pierre Rampal, Los Beatles, con los cineastas Richard Attenborough o Satyajit Ray creó nuevos espacios, expandió las fronteras de la cultura y de lo posible.

Quizás por eso estuvo tan cómodo con los hippies en el festival de Woodstock o con los mandatarios en las Naciones Unidas. Siempre presente, entendiendo con humor el esfuerzo que significaba cruzar fronteras. En el Concierto por Bangladesh, cuando se presentó junto a su amigo Ustad Ali Akbar Khan, luego de afinar los instrumentos por algunos minutos como sucede habitualmente en los conciertos de música clásica india, la multitud estalló en aplausos agradecidos. Shankar le comentó a la multitud sorprendida “Si les gusta tanto como afinamos, espero que nuestra música les guste todavía más”.

En Ravi Shankar las palabras música, diálogo y paz se fusionaron para ampliar el camino de la humanidad.

 

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