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En medio de esta crisis social y moral, creo que es necesario entender cómo se ha generado toda esta dinámica, la cual se explica a través de la historia desde la que emergen, junto a la cultura, la diversidad de comportamientos y todos los diálogos que genera nuestra realidad.

Dimensionar esta crisis social es dimensionar las consecuencias de nuestro propio comportamiento.

La mentira, el robo, el engaño, la codicia, son características que se han hecho hábito en una sociedad de consumo que sólo busca incrementar un valor monetario, por sobre el valor humano.

Dejamos a la deriva y a la ley de la selva de las cifras abstractas que nos gobiernen, sin entender que de los seres humanos es imposible realizar dicha abstracción. Ya Jung lo mencionaba muy bien en su obra: “Somos seres biológicos, no estadísticos”

Asumir responsabilidades y no culpar al sistema de la miseria material y espiritual que podemos llegar a vivir producto de él mismo, puede ser muy difícil pero en la dificultad está la clave. Es esa resistencia la que puede darnos la llave maestra para entrar al siguiente capítulo de esta historia, como se dice en física: Por cada restricción, existe una cantidad que se conserva. La metáfora puede ser: En la restricción de seguir culpabilizando, conservamos la dinámica de este sistema que ya ha colapsado.

En ese sentido, debiéramos hacernos todos cargo y responsables de la violencia que se ha manifestado. Sin duda que un sistema que no pone al centro el ser humano ni la vida de la cual forma parte, es un sistema violento sin embargo debemos entender por qué hemos llegado a esto, qué historia hemos construido que ha tenido como consecuencia la manifestación de una cantidad enorme de violencia en nuestro país.

La responsabilidad no la tienen sólo los políticos. El gran problema y protagonista de esta historia es la falta de conexión con nuestras raíces, es decir, la desconexión con la Tierra y sus pueblos originarios que, en el caso de los mapuches, la respetaban de forma sagrada: Los paisajes naturales eran sus verdaderos templos y la fuente de su conocimiento. No debemos olvidar que para los grandes genios y sabios, la naturaleza fue su maestra.

Nos hemos desconectado de nuestros propios ciclos, de nuestro bienestar, priorizando el éxito material y las apariencias, sin un sentido orgánico de nuestro desarrollo humano, el cual debiese ser íntegro.

Es necesario entender que un ser humano realizado es aquel que conoce bien su historia, la cual le da una dirección en su vida sin condicionarla, ya que dicha dirección que le da un sentido, forma un entramado casi biológico: es histórico y ancestral.

Este es el declive de un tipo de sociedad enfocada en lo material, sin embargo no debemos negar que la materialidad es importante cuando está al servicio del ser humano y no al revés.

Necesitamos una perspectiva distinta para abordar esta crisis, desde un ojo que pueda abstraerse de este caos hasta aquel participativo que es capaz de transformar la realidad en verbo y acción.

 

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