Compartir

Han pasado varios días desde la tragedia en la escuela primaria Sandy Hook en Newtown, Connecticut., pero todavía hay programación especial en la televisión estadounidense. Periodistas de punto fijo en los terrenos de la escuela y otros despachando emotivas entrevistas sobre víctimas y testigos. Es diferente cuando vives la noticia con proximidad; cuando sucede en el país que vives, cuando los titulares se ven aún más grandes. Cuando enciendes el televisor y todos hablan de Adam Lanza, el joven de 20 años que asesinó brutalmente a 20 niños y seis adultos, incluida su madre. La noticia, se siente aún más diferente cuando la recurrencia toma su turno. Al día siguiente de la tragedia, un hombre abrió fuego en un hospital en Alabama: dos heridos y un muerto. Dos días después de la masacre en Newtown, un tipo disparó cincuenta veces al aire afuera de un mall en Newport Beach, a menos de dos horas de mi casa (los dos lugares comienzan con New, otra recurrencia). Los cincuenta disparos al aire no dejaron heridos pero cientos de personas quedaron en estado de pánico. Para qué hablar de los catorce episodios que se han registrado desde 1966 en diferentes escuelas de Estados Unidos. En esa lista podemos incluir el ocurrido en 1996 en la Universidad Estatal de San Diego, cuando uno de sus estudiantes –en su defensa de tesis- mató a los tres profesores del panel.

Por enésima vez vuelve la discusión sobre la tenencia de armas.  ¿Podrá esta horrible tragedia cambiar la legislación? Ya veremos. Estas conversaciones se darán en espacios privados aunque son de interés público; se darán en espacios políticos aunque son de interés social. Prefiero agregar a las conversaciones lo que podemos hacer nosotros frente a los terribles síntomas de una sociedad enferma y de la que todavía los médicos no encuentran cura. Dicen que para curarse de una enfermedad, el primer paso es reconocerla. La pregunta que resuena entre las personas afectadas por la tragedia de Newtown es Why? ¿Por qué un joven es capaz de llevar a cabo una matanza? ¿Por qué?

La mente de Adam Lanza y la de muchos otros no se cambian haciendo más difícil la tenencia de armas, llenando más formularios o licencias. Hay algo en nuestra sociedad que está enfermando a las personas, atrapándolas en sus problemas, en sus complejas mentes, alejándolas para siempre de las personas que una vez amaron.

Señores presidentes… ciudadanía… no se trata sólo de armas.

Compartir

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *