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A menudo nos quejamos de la injusticia cotidiana que sufrimos por parte de un sistema en que el abuso es un mecanismo legitimado al servicio de los poderosos. Nuestro malestar es tan  profundo que nos ciega a la sufrimiento de otros, en particular al del eslabón más débil de nuestra sociedad y cultura.

En los años ochenta, en Bangalore, Nandana Reddy, que trabajaba como sindicalista, se encontró con la realidad de las niñas y niños trabajadores y explotados. En India, eran sesenta millones de personas atrapadas en un limbo jurídico que agravaba su infierno cotidiano. Eran invisibles, no existían, no podían existir según la ley. No solo no tenían derechos, sino que su opción, voluntaria u obligada, era criminalizada.

La decisión de Nandana fue radical. Empezó a trabajar con los niños como personas a quienes había que escuchar y respetar, y desde ahí, en una mirada muy discutida entonces, a organizarlos en sindicatos, a potenciar sus organizaciones, a empoderar sus voces, a hacerlos sujetos, a  vincularlos con otros niños del mundo que compartían su realidad. Hizo de la participación un elemento central del cambio y la mejora de sus condiciones.

En los años noventa, tuve la oportunidad de vivir y trabajar en India, en The Concerned For Working Children, CWC, la organización que ella creó. Aprendí como CWC articuló las batallas legales, con la educación y el refugio, y que el Derecho a la Participación, es uno de los más fundamentales porque habilita a las personas a determinar el camino de su ser. Compartí sus esfuerzos locales, nacionales y globales por el reconocimiento de los derechos de los niños a participar, a decidir su destino, su futuro y no sólo a recibir los servicios que los adultos determinan que son necesarios. Admiré las luchas pacíficas y creativas, alegres y persistentes de los niños y niñas por mejorar sus vidas, derrotando la desesperanza y condiciones inhumanas.

Ayer supe que el parlamento noruego nominó a The Concerned for Working Children al Premio Nobel de la Paz 2012, porque reconoce que el Derecho de los Niños y Niñas a la Libertad de Expresión y Participación es de gran valor para cada niño, su familia y su comunidad. Y destaca que “al involucrar a los niños en los procesos democráticos, no solo salvaguardamos los intereses de los niños, sino también educamos a futuros adultos para la democracia y a ser ciudadanos conscientes.”

Me emociona saber como una idea que aparecía como una locura, como un desafío al sistema, después de 30 años de mostrar resultados y mejorar vidas, es reconocida como un camino no solo posible sino necesario para mejorar el presente y construir el futuro de la humanidad. Me conmueve recordar el brillo de las pupilas de los niños, cargado de esperanza y determinación, en medio de la adversidad.

Actualización 10 de octubre de 1914

The Concerned For Working Children fue nominado nuevamente al Premio Nobel de la Paz en 2013 y 2014.
Este año han ganado esa enorme distinción Malala Yousafzai y Kailash Satyarthi. Ambas personas y sus organizaciones trabajan en el mismo ámbito que CWC. A través de ellos se distingue también a todas las organizaciones que trabajan día a día por proteger y crear oportunidades a los niños explotados en el mundo, no desde la lastima, sino desde el respeto, el empoderamiento y la participación.
Malala es el símbolo vivo de ese espíritu.

 

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2 Comentarios sobre “Un brillo cargado de esperanza

  1. Este premio nos alienta, pues incluye tantos aspectos de la vida humana: el respeto a los niños, la participación, la ciudadanía, la bondad que existe a pesar de la adversidad y los grandes poderes negativos en el mundo. Una noticia que nos alegra y nos da esperanza.

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