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Y así, sin darnos cuenta, dejamos un pequeño espacio, prácticamente invisible, prácticamente inexistente, por el que se nos fue colando la oscuridad. Poco a poco se expandió tanto que entró la niebla espesa. Señora de las tinieblas se enseñoreó y se lo comió todo. Devoró nuestra alegría, las palabras aprendidas, ese modo de caminar que hablaba de noches y carcajadas y gozosos atrevimientos. Devoró la belleza de las líneas de tu mano cruzadas por ríos cristalinos. Devoró los miles de pies en la tierra enrumbándose hacia los abrazos,  devoró nuestro canto y las canciones, nuestro modo de aullar como lobos salvajes, a todo pulmón y con el alma, devoró el brillo de los ojos y el asombro. Devoró nuestra esperanza. Hasta devoró las cosas construidas, incluso el espacio entre las cosas por el que soplaba el viento a lo largo de los años limpiándolas. Devoró nuestro plato de sandía y su jugo chorreando por los brazos. Así fue hasta que todo se hizo negro, oscuro y denso. Y así estuvimos, sin ver nada, sin mirarnos, solo viéndonos el ombligo. Dicen que algunos días, algún incauto veía una estrella fugaz, un corazón a todo galope, la estela que dejaba la trutruca en su esfuerzo por iluminar la tarde y recordar el tiempo aquel de pájaros y luciérnagas. Pero un día, un día cuando La Niebla ya se creía soberana absoluta de la tierra, en medio de su noche sin astros, sin estrellas, surgió, primero, el brillo intenso de dos esmeraldas como espadas certeras. Luego fue una bocanada de fuego. Era el Dragón que se abría paso con sus alas alertando la vida. Era el Dragón rompiendo el hechizo, levantando viento. Subidos en su lomo tornasolado cantamos, “Vuelve a partir el viaje hermanos, hermanas, NOSOTROS todos los de la especie terrestre, vamos creando y transformando, despejando la niebla y recuperando el hálito mágico de la comunidad humana.”Entonces el Dragón rugió despertando el tiempo y su rugir emanó desde la profundidad de la naturaleza creativa de hombres, mujeres, árboles, ríos, volcanes, leones, diluvios, flores silvestres. Es tiempo de re-crear el mundo como soñamos en los mejores sueños de noches visionarias. Podemos, SI (qué alegría infinita), podemos, desde lo más adentro, todos juntos, montados en el espíritu del Dragón de Agua que llega, crear ese mundo con que soñamos.

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