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En Francia,  por todas partes, se suceden concentraciones de miles de personas que acuden a escuchar a Jean Luc Mélenchon, candidato a la presidencia, representando el Frente de Izquierda. En esas reuniones masivas las personas se saludan, se abrazan y ríen juntas.

En la plaza El Capitolio, en la ciudad de Toulouse, una mujer lleva un cartel que dice: “queremos ser felices”. El discurso de Mélenchon es claro y sencillo, en completa sintonía con esa clase de aspiración. Habla de la dignidad de los ciudadanos y también de su república. Proclama el valor de los derechos humanos básicos que, como sabemos, incluyen derechos sociales, económicos y culturales. Habla de “compartir” como un principio de convivencia. Podría estar hablando en una plaza de  Santiago y nosotros, al igual que los franceses, asintiendo ante sus palabras.

Habla también de las alianzas, es decir, cómo unir y fortalecer a quiénes comparten los mismos principios e ideales. En este caso, la manera de concebirlas  es mucho más amplia de lo que pudimos imaginar en el pasado, pues apela a las necesidades más profundas de todas las personas, en tanto seres humanos: queremos ser felices.

En los años 90’, otra iniciativa, también francesa, llamada Alianza para un mundo responsable, plural y solidario, entusiasmó y congregó a personas de distintos países y continentes, de todas las áreas de actividad, dispuestos a crear una red de apoyo mutuo para lograr la paz y la prosperidad, a nivel local y mundial.  Hoy continúa existiendo en la forma de una Alianza de alianzas y conecta a sus participantes mediante un sitio web.

En Chile, también hemos conocido iniciativas que buscan instalar un proyecto de bien común, más allá de las diferencias, y los movimientos estudiantiles y regionales son expresión de este anhelo y de esta generosidad.

Este me parece ser el desafío: cómo crear una sinapsis, donde se van juntando las distintas iniciativas ciudadanas, confluyendo de manera natural en torno a un núcleo de principios y valores humanos compartidos, respetando las diferencias. Si proclamamos quién somos y lo que queremos, sabremos quién está de acuerdo con nosotros.

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