Nos han repetido muchas veces que la observación es buena, que sirve para memorizar, aprender y hasta para investigar. Nos han dicho que existe una relación básica entre el sujeto que observa y el objeto que es observado. Y nos han enseñado que la observación puede ser estructurada, abierta, semiestructurada o participante. Pero resulta que este inocente y natural acto puede llevarnos por un circuito lleno de creencias y conclusiones que entorpecen la comunicación y nos suben a paso veloz por la escalera de la inferencia (Chris Argyris). Una escalera que parte por un hecho observable, sigue en el peldaño de la interpretación, luego con la atribución de causas, continúa con la generalización y al final, genera una acción.
La ciudad está llena de inferencias. Basta escuchar el intercambio de opiniones en el metro, en el negocio de la esquina y en los comentarios e interacciones digitales, para darse cuenta cómo escalamos a diario estos niveles. La comunicación se convierte en una reacción inmediata, sin detenciones, a veces sin hacer mayores lecturas y conversaciones. Con poca información podemos construir una realidad y un mundo de creencias que se basan en conclusiones como resultado de nuestra observación y experiencia.

El escalón de más arriba no es solo el término de la inferencia, sino el comienzo de un ciclo donde una serie de acciones determinarán nuestro modo de observar los hechos, de interpretar, atribuir causas, generalizar y actuar nuevamente. Muchas veces, las conversaciones parten con una inferencia y duran lo que demoras en subir cada peldaño de la escalera.
Como la ciudad está llena de inferencias, basta con abrir la puerta de una oficina y escuchar:
5. Sacaremos a Juan del equipo
4. Juan siempre llega tarde
3. A Juan no le gusta trabajar en este equipo
2. Juan sabía a qué hora era la reunión y llegó tarde a propósito
1. Juan llegó media hora más tarde a la reunión
Enciendes la televisión y:
5. No voto más
4. Es igual que los otros corruptos
3. Todos los políticos mienten
2. Otra vez el político demuestra su falta de integridad
1. El político hace una declaración polémica
Compartes una sala de clases y:
5. No haré ningún trabajo con Ana
4. Ana es tonta porque no entiende
3. A Ana no le interesa la materia que está explicando el profesor
2. Ana no estaba atenta a la explicación del profesor
1. Ana le pide al profesor si puede explicarle mejor
Es imposible generar conversaciones amables y productivas cuando se aplican ciertas convicciones al subir por esta escalera de inferencia:
– Nuestras creencias son la verdad
– La verdad es obvia
– Nuestras creencias están basadas en datos reales
– Los datos que seleccionamos son los datos reales
Como también es imposible vivir sin agregar creencias o conclusiones a nuestras conversaciones, pero podemos mejorar esa comunicación a través de la reflexión y subiendo esta escalera siendo más conscientes de nuestro pensamiento y razonamiento y hacerlo más visible a los otros.
En twitter @antodayne #paraleeyconversa
Gracias Antonieta
Clarisimos ejemplos. Aplicas lo que estudias y aprendes. Asi aprendemos todos.
Saliudos
Gustavo J-L.
Hacemos distinciones todo el tiempo, el problema son aquellas distinciones adquiridas y aprendidas a lo largo de nuestras vidas y que no cuestionamos, que repetimos de modo automático. Somos ciegos a esas líneas que separan y que igualan lo que yo percibo con la realidad y decimos “esto es así”. Bajar la escalera, peldaño a peldaño y quedar de frente a un hecho o a una situación y desde allí alzar la mirada y observar la tremenda construcción de atribuciones que hemos estado haciendo de un tiempo a esta parte en nuestra historia personal y colectiva es un hecho vital para mi gusto, y sienta las bases de una nueva forma de estar presente y empezar a conversar, de mirarnos y empezar conversar.
Muchas gracias por tu artículo, me encantó!
Gracias a ti Anny por leer, comentar y conversar. Me quedo con tu frase “esa nueva forma de estar presente”, ejercicio diario.
El mundo y su movimiento una cadena, como un turbillón, de inferencias.
Creo que inevitablemente el lenguaje se alimenta de creencias y juicios: ello genera acción y mundo, el problema es la negación y el avasallamiento.
Clave la educación y el ejemplo.
Me parece clarísimo tu comentario Antonieta.
Gracias Ursula y coincido mucho contigo en el ámbito del ejemplo, tanto en la acción como en el lenguaje.
Abrazo.