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Cuando era chica la palabra conversar siempre era sinónimo de problemas. Cuando mi padre decía “tenemos que conversar” era el comienzo de un largo monólogo reiterativo que buscaba visibilizar el error que había cometido. En el colegio cuando decían a un compañero, “necesito conversar con sus padres” era el aviso para un castigo o suspensión de clases. Al crecer ya se pierde el temor a esa palabra pero se va transformando en un espacio de discusión, donde “hay que defenderse” o cuando el novio dice “tenemos que conversar” siempre es indicio de que algo anda mal. Muchas connotaciones que están más relacionadas a un conflicto que a una forma de convivir y relacionarse.

A veces siento que nací en un periodo en el que se perdió el valor de la conversación. Cuando escucho a mis amigos de más de 45 años todos recuerdan con mucha alegría esas largas tertulias de juventud o las conversaciones que tenían con sus amigos tan serios como si desde ahí saldrían las grandes soluciones para la humanidad. Mi generación en general no aprecia la conversación, si no es con asado y varias cervezas encima, sino ¿cuál es el sentido de reunirse?

Ahora con más edad, el centro de mi atención es la conversación. Todo pasa mientras conversamos: acordamos, entendemos, somos parte de algo, nos emocionamos, nos acoplamos, nos reconfiguramos, llegamos a consensos, hacemos ver nuestra posición distinta o complementamos la del otro. Yo y los otros generamos un espacio común el cual tendrá una presencia y trascendencia, más o menos consciente, por lo menos por un tiempo en nuestras vidas.

 “Es imposible crear una cultura saludable si nos negamos al encuentro, y si nos negamos a escuchar. Pero si nos encontramos, y cuando nos escuchamos, volvemos a tejer el mundo hacia la totalidad y la santidad”(1) Wheatley

Conversar es una interacción que remueve y activa a las personas, permite asociar e integrar la visión de otros a la propia.  Es inspirador enfatizar en el bienestar, desde el encuentro y la escucha, para fortalecer la unión de lo personal con lo colectivo enriqueciendo la relación entre las personas. Un espacio sagrado que va mucho más allá que el intercambio de ideas, un lugar donde todos somos parte, escuchándonos y encontrándonos, creando un “nosotros”.

“La conversación permite el crecimiento y el aprendizaje”. Tolosa (2)

Además de ser una oportunidad de bienestar compartido, también es un lugar de crecimiento en el cual quienes interactúan reconfiguran su mundo desde esa interacción. Las personas que comienzan una conversación no serán iguales al terminar, habrán participado de un momento que entregó nuevas posibilidades de asociar sus conocimientos con los de otros, habrán expandido su mundo, e incluso precisado conceptos.  En muchos casos, estos momentos son los que crearán y alimentarán nuevas conversaciones.

“…no se trata de tener nuevas plataformas tecnológicas que crean valor para el negocio. Más bien, es tener personas de carne y hueso en conversación, aprendiendo unos de otros, compartiendo sus conocimientos y experiencias…” Webber (3)

Mientras conversamos estamos traduciendo a palabras nuestros pensamientos, las procesamos y debemos hacerlo comprensible a los otros, es un esfuerzo que nos obliga a ponernos atención. En un espacio de conversación donde todos somos importantes, en el cual también nos escuchamos a nosotros mismos, convirtiendo nuestras reflexiones en presencia y relación, liberándonos de las fronteras de nuestro cuerpo para ser parte de ese “juntos”.

“Tenemos que conversar”, ya no es una frase que impacta, ni que significa incomodidad o discusión. Para mí, tenemos que conversar es una declaración, un anhelo o una petición, una forma en la que se pueden establecer espacios de intercambio y relación. Es una invitación para restablecer nuestra convivencia y planear juntos el espacio que queremos habitar.

 

*Artículo inspirado en el dialogo contemporáneo de Humberto Maturana y Mauricio Tolosa realizado en la Fundación Cultural de Providencia. Una frase que me quedó resonando fue “Conversar: escuchar al otro y escucharse a sí mismos”.

** Texto presentado para el Diplomado de Comunicología y Gestión de Identidad de la Fundación de la Comunicología.

 

(1) Margaret Wheatley. Turning to one another: Simple Conversations to Restore Hope to the Future

(2) Mauricio Tolosa. Cita extraída de una sesión del Diplomado en Comunicología y Gestión de Identidad de la Fundación de la Comunicología.

(3) Alan Webber escribió un artículo para Harvard Business Review llamado What´s So New About the New Economy? (1993, p.28)

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