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Allí, donde se riega de sangre las calles

escucho tu voz, hermano chileno,

que se alza en crispado grito…

Cuánto olvido ha tocado;

tanta injusticia mora en el cieno frío.

Mas no percibe el necio destructor

que a tus derechos y a tus reclamos

no los pueden silenciar…

Pues multiplican soles

que estallan en luz para reconocernos

y poder decir: Sigue viva tu voz.

Ante tamaña impiedad nace el canto

que hermana nuestros pueblos,

abriendo alas que anidan en cada verso

para poder gritar, Hermano…

¡Tu irrenunciable derecho a vivir en paz!

 

*Juan Carlos Priotti, poeta argentino de San Nicolás de los Arroyos.

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