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En este tiempo que nos ha cambiado como seres vivos, en este tiempo de paradojas, donde una omnisciente red global une y enreda todas las narraciones, desatando, por un lado, el pánico con una suerte de relativismo idiotizado, y por otro lado permitiendo enormes posibilidades de colaboración y democratización de contenidos. Y en el que la pandemia, junto con acelerar los procesos de transformación social, instaló la tecnología como espacio cotidiano convirtió el encuentro con el otro en un holograma.

El tejido de este Jasayé  transita sobre la pregunta por el sentido de leer y comunicar en la actualidad, invitándonos a recuperar la serenidad para leer el presente y a reflexionar en torno al sentido de la lectura y la comunicación para la vida en democracia, para el ejercicio de la ciudadanía. Un tema crucial para el Desarrollo Humano e indispensable para el proceso que inició el 25 de Octubre de 2020 en Chile, así mismo para mirar con ojos reflexivos y serenos los acontecimientos que experimenta el mundo y no repetir sanginarias batallas, sino vencer las batallas interiores, y salir en paz a dialogar con la diversidad, a abrazarla y contenerla desde el amor.

En el video pueden escuchar la conversación sostenida con Hernán Dinamárca y Jéssica Freudenthal en torno a la lectura y comunicación para el Ser.

En las hebras compartidas, abordamos la lectura como legere, vocablo latino que alude a recoger y le otorga sentido como habilidad de seleccionar, discernir y elegir significados, más allá de descifrar signos; lo cual requiere el desarrollo de una literacidad crítica que no ha sido lograda aún por ningún plan lector de ningún  país del mundo, y que además hoy  está expuesta a la mediación tecnológica. Se hace urgente incorporar didácticas y espacios para el desarrollo de la literacidad crítica, como elemento clave para ejercer una ciudadanía que analiza y propone acciones para el cambio, desde la innovación del diálogo mismo, superando la ansiedad y el miedo persistente en los espacios de ejercicio ciudadano y de vida.

En este tiempo estamos desafiados a transformarnos desde la fuerza de la serenidad con la que crecen las plantas, desde la sabiduría interior que cada uno tiene, pero que ha sido contaminada por las intermediaciones de toda índole, estamos frente a un sinfín de avances científico-tecnológicos, la aparición de una serie de tecnologías de la comunicación e información, que sin embargo, no se aprovecha para ahondar y perfeccionar la calidad de nuestros actos comunicacionales. Por el contrario, en muchos casos esta tecnología de la comunicación e información está siendo utilizada por las redes de poder,  para cortar la comunicación, tergiversar los diálogos, desinformar, amedrentar, generar pánico en la población.

La ciudadanía crítico-reflexiva, la literacidad crítica, son cualidades a desarrollar para acompañar la anhelada democracia, que nos permita convivir en armonía, con respeto a las mayorías y minorías. La democracia es todavía una utopia, una de las mejores utopías, que necesita el desarrollo humano para asentarse en nuestro sistema de vida.

En este sueño, esta utopía posible de la democracia y la comunicación plena, también, compartimos la necesidad de recuperar la comunicación humana, más allá de los hologramas y avatar que predominan en los computadores, y que en tiempos de covid19 han asumido protagonismo.

Más allá de estos hologramas en los que estamos convertidos, hay una fuente honda que espera ser llenada por la presencialidad, para mirarnos en los gestos, en las señas, en el olor, para aceptarnos, reconocernos y por sobre todo para seguir observando el movimiento de la vida y también de la muerte, la cual es más cercana en estos últimos meses, tal vez ello provoque el giro cuántico, que desde hace tiempos nos espera.

La lectura para el ser adquiere un sentido trascendental, que plantea la recuperación del sentido iniciático de la búsqueda, el encuentro, la toma de decisiones sobre cómo dialogar, mirar, apreciar al otro, ese otro que es la planta, el aire, la persona, la flor, la semilla, la piedra, los frutos, la tierra, las estrellas, la vida viva y la vida muerta. Una vez instalado este “software” de lectura para el ser, podremos recuperar el rostro del otro y el propio, leernos más próximos que enajenados, leernos más allá del alfabeto antropocéntrico, leernos en interculturalidad desde una memoria y cultura oral que expresa figuras fónicas en forma de cantos sagrados, que se apropian de nuestra cotidiana comunicación y la liberan del miedo a decir con palabras ajenas, permitiéndo que cada lector-ser hable desde su lengua raíz, su palabra-voz, su voz-canto.

El camino propuesto asume que la lectura del ser, que sólo ocurre conviviendo, existiendo y siendo en común, dentro de las actuales transformaciones en-red-dadas, implica el imperativo ético recuperar las plazas, los bosques, los espacios públicos, etc. y generar contenidos desde el contacto, el co-cuidado, la co-responsabilidad, así como la necesidad de  recuperar la pregunta por  quién soy yo a partir del otro y quiénes somos gracias a la alteridad inmensa que nos rodea.

Ana María Lara y Claudia Vaca

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