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Nunca sabremos la leyenda negra y el velo
que la cubre armoniosamente con sus pétalos. En su real
dimensión desconoceremos qué tesitura, qué relámpago
estuvo de paso por esos márgenes. Producto
de su elasticidad que era capaz de desvirtuar
la naturaleza y el mundo, muchos creyeron que no tenía
huesos.
Lo que no pudo ver, era posible escucharlo.
Así musicalizó formas, palomas y oleajes.
Todo el amor del mundo cabía en la amplitud
de estos registros y en esa sonoridad se quedaba
para siempre. Aunque nadie lo intente conscientemente
deja registro en dos direcciones. El tiempo
dirá si la rigurosidad de nuestros aprendizajes
permitieron leer esos escritos. Nació en medio
de supersticiones increíbles, de un temblor
dorsal que se le revelaría más tarde, de los barcos
de marina mercante en los que trabaja su padre,
nació con la mirada suplicante de perro a punto
de morir y prematuro envejecimiento. Fueron intensas
temporadas en el infierno las vividas desafiando
los ligamentos capsulares y la elasticidad del medio
ambiente para desperdiciar el beso vibrante de una mujer
hermosa. Cuando tocaba contorsionaba su cuerpo
a posturas grotescas, llenándolo de pájaros.

Temían los espectadores el desmoronamiento
de sus estructuras. Muchos creían que en cada nota
liberaba imágenes y que receptores determinados
podían verlas. Su madre siempre creyó la superchería
donde un ángel de dios o del demonio qué importa, le anunció
que el hijo esperado sería el mejor violinista de todos
los tiempos.
Estar amando era una actitud musical,
íntegra, el gran paisaje extendido de las emociones.
Y estas serían para siempre sus playas y geografías.
Nadie que no fueran tus pronombres personales,
mantuvo sus raíces encendidas. Niccoló, viejo y loco,
ordeña parronales hasta que lágrimas caen de sus ojos.
Si es capaz de imaginar la Sonata N° 1 eres capaz de digitar
la primavera. Ninguna sombra a tu sombra se arrima.
Sólo la verdad aparece desnuda ante el desalojo
total, de los sonidos.
Para esa anunciación la poesía
crea sus propios enjambres, recrea el uso adictivo
de la miel en toda su intensidad y registro.
Llevabas suficiente luz como para hacer
recuerdos innecesarios.

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