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Es evidente y existe consenso nacional en que la representación política de los ciudadanos está en crisis. La ciudadanía en su mayoría siente que los actuales liderazgos políticos no reflejan lo que ésta desea. Y este hecho político tensiona minuto a minuto la vida pública. Para los que somos partidarios de la democracia y de los sistemas representativos, esta situación nos preocupa y nos entristece.

La pérdida de sintonía entre el elector y el representante no es un hecho que se produzca de la noche a la mañana. Es un efecto tardío de la pérdida de confianza y de la nula visión común que son tan indispensables para que esta relación funcione. Y este divorcio tiene muchísimas causas y la responsabilidad inmediata la tiene la actual clase política y la élite chilena en general. Qué duda cabe que la confianza se perdió porque los líderes no hicieron lo que tantas veces prometieron y que era terminar con la desigualdad social, cultural y económica en Chile. Asimismo, profundizaron la crisis al continuar construyendo una visión de país en solitario y sin consultar el parecer a la ciudadanía.

Uno puede preguntarse ¿si es evidente la escasa sintonía, cómo es posible que no fuera advertido a tiempo por la élite? Y la respuesta no es tan compleja: simplemente es un efecto de la segregación social, económica y territorial. Por ejemplo, si miramos el mapa político y donde viven actualmente los líderes, en su inmensa mayoría lo hacen en 3 o 4 comunas del país. Sabemos que no es lo mismo ir a visitar el distrito, a que vivir en él. Por otro lado, ¿con quienes se juntan los líderes, quienes son sus amigos, sus colegas, con quienes hacen vida social? Y nuevamente la respuesta es la misma: entre ellos, sus iguales. Es decir, tenemos una élite que existe en una caja de cristal territorial, social y afectiva. En resumen, no tienen por donde enterarse y empaparse en serio de lo que piensa y desea el chileno medio.

Sumado a lo anterior, buscando nuevos elementos que expliquen el divorcio con la ciudadanía, nos encontramos con que los líderes de los partidos viven en cuatro paredes. Ya no visitan a la gente común y corriente, con suerte a sus propios militantes, y tampoco escuchan a su base política que probablemente puede estar más cercana a la gente independiente de Chile.

Agrava todo lo anterior el hecho que para saber de Chile se refugia en diferentes centros de estudios y ONG. Esperan encontrar aquí datos sobre lo que piensa la ciudadanía, con estos supuestos “expertos” que tienen los mismos problemas de sintonía que los líderes políticos: viven segregados mental, territorial, económica, cultural y socialmente. Varios de ellos con doctorados y masterados en universidades extranjeras prestigiosas, pero que hasta el momento muestran saber un poco de EEUU, Asia, Europa y África, pero muy poco sobre el estado mental, económico y social de los chilenos. Y aún peor: una soberbia que los supera y de un positivismo mental que nos hace recordar las décadas de los 50 al 70 del siglo pasado.

Como consecuencia de todo lo anterior, todos los movimientos sociales los pillan de sorpresa. Realizan diagnósticos y yerran, y sólo son “expertos” en explicar lo que ha sucedido, pero ignorantes e incompetentes para predecir y anticiparse a los acontecimientos. Los llamados “expertos” políticos y económicos ya se están pareciendo a los comentaristas de fútbol, que en el curso de la misma transmisión cambian su discurso y sus hipótesis sin arrugarse ni enrojecerse en lo más mínimo.

Frente a este escenario, ¿podríamos sorprendernos? Es obvio que no deberíamos. Todo estaba dado para que sucediera lo que está pasando. Y lo que es peor para los líderes, la ciudadanía les sacó la foto a pleno color. Cualquier cosa que les digan, la ciudadanía no les cree. Si hablan de justicia, igualdad, gratuidad, medio ambiente, la ciudadanía los escucha y dice: ¡no pueden ser tan cara de palo! ¡Predican A y hacen B!…

Sin embargo, pese a todo lo anterior, uno nota a la clase política preocupada, es cierto, pero no tan preocupada. Y la respuesta es simple: no tienen por qué estarlo. Tanto la Concertación como la Coalición, no ven hasta ahora al frente de ellos una tercera alternativa con programa, candidatos conocidos y estables. Alguno podría decir, está el PC pero todos sabemos que ni remotamente Chile es comunista, así que descartados como tercera opción competitiva. Esta el PRO y MEO, sospecho que tampoco son opción porque la ciudadanía los ve como parte de la clase política del pasado y cuyo origen es la Concertación. Existe el PRI y RED LIBERAL, pero son agrupaciones minoritarias y la segunda más intelectual y académica como para convertirse, por el momento, en un referente con vocación de mayoría.

Puestas así las cosas, observamos desde una perspectiva política partidista formal, una enorme tranquilidad para el mundo político y de no ocurrir algo extraordinario, ambos bloques permanecerán con sus elegidos como alcaldes, diputados, senadores y presidencial. Lo que de verdad podría ocurrir es que disminuyera la participación ciudadana en las próximas elecciones a niveles alarmantes. Y eso es algo que favorece ampliamente a los actuales bloques y no los entristece para nada.

¿Qué podría ocurrir que alterara brutalmente el escenario político y que cambiara el destino manifiesto que hasta el momento existe? Sólo dos cosas: a) que todos los movimientos sociales e independientes extra partidos se aglutinen en una Central de Movimientos Sociales e Independientes de Chile y presenten candidatos a concejales y alcaldes en octubre, compitiendo con ambas bloques históricos. b) Lo segundo que podría ocurrir y que es más difícil pero no imposible, es que la ciudadanía como voto castigo y buscando una esperanza de cambio, se incline en cada comuna por los candidatos a concejales y alcaldes que se presenten como vecinos independientes y apartidistas.

La verdad es que muchísimas comunas necesitan un cambio de gestión y de líderes. No deberíamos permitir la perpetuación de gente en los liderazgos de las distintas comunas. Al menos por dos razones: las personas se gastan y se achanchan y ya no pueden presentar novedad y energía renovada: lo que no pudieron solucionar es muy difícil que lo puedan hacer en el futuro. En segundo lugar, la antigüedad y el escaso control genera prácticas corruptivas, nepotismo, amiguismo, apitutamiento, etc. Y esto ya es una realidad aplastante.

Por lo tanto, si no se genera una tercera alternativa renovada y ciudadana, deberíamos optar por votar en cada comuna por vecinos comunes y corrientes, gente como uno. No les pidamos experiencia política, porque eso sería caer en el juego de la política partidista tradicional. Solicitemos capacidad profesional, apego y voluntad férrea para solucionar los problemas de la comuna. Exijamos residencia real e independencia partidista. Miremos en cada candidato su honestidad y decencia que son valores claves para una buena gestión de los asuntos públicos. Si son varios los vecinos independientes, júntense y conversen un programa común, y seleccionen a sólo uno como candidato a alcalde. Unan fuerzas porque tendrán como competidores a dos alternativas que si bien están muy decaídas, una tiene el apoyo del Estado y la otra, si bien moribunda, no ha muerto todavía.

No podemos marginarnos de votar en octubre. De todas maneras hay que votar. Que los nuevos inscritos hagan sentir su voz de manera fuerte y contundente. Una baja participación ciudadana favorece ampliamente la mantención del status quo. Y lo que Chile desea son nuevos rostros, nuevas ideas, una renovada ética pública y por sobretodo, líderes que trabajen por terminar con la desigualdad de oportunidades, que es un cáncer terrible para el 80 % de los ciudadanos de mi país. Y esta desigualdad, ya lo sabemos, se comienza a extirpar desde las municipalidades hacia arriba. Es tiempo de una renovación de verdad y de ponerle la lápida al llamado voto por el mal menor.

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8 Comentarios sobre “¿Votar o no votar en las municipales 2012?

  1. I have a dream llamarle a esos que se dicen o creen ser “elite” PERSONAS EMPATICAS INTELECTUALES HUMANAS MORAL y SOCIALMENTE aptas para ayudar a mejorar los problemas de las comunas para un todo y no para sus egos políticos ideologicos o “economicos” (hay casos y casos”…
    ESA ES MI UTOPIA, SOÑAR ES GRATIS!
    A votar para que el poder no siga siendo de unos pocos de siempre.
    Excelente columna.

  2. Nada que decir ni acotar.
    Otra columna tuya que da justo en el medio de lo que me deja pensativa,sin aliento y resignada a que en esta vida mía, no veré grandes cambios.
    Lo que está más que que claro es que votaré, aunque sienta que no sirve de mucho.
    Aplausos a tu columna.

    1. Muchas gracias Patricia. Sólo fue una columna introductoria a un tema. Requiere de otras columnas que profundicen y prueben lo que en esta se afirma.

  3. Mi voto en las municipales será por un Independiente, me da lo mismo que salga o no salga…. a estas alturas no se de que sirve que salga elegido tu candidato… pero al menos no quiero regalarlo a los de siempre.
    gerardo

  4. Como siempre tan acertado y asertivo, Sam. Y la verdad, por segunda vez a en mi vida de ciudadano estoy evaluanda votar nulo. Terrible, si uno piensa que en este país murieron compatriotas y amigos por mi derecho a votar… pero la clase política no lo está haciendo fácil.

    1. Creo estimada Colomba que no pocas veces la clase política confía en que siempre votaremos por el mal menor. Y nosotros reeligiendo los validamos y los achanchamos sin desearlo. El voto es un acto de primerísima importancia. Es nuestro único instrumento para premiar o castigar. Es un acto de profunda confianza y debe ser aprovechado siempre con sensatez y cordura.

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