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Hoy se dice que uno de los errores de Sebastián Piñera fue el de aumentar en exceso las expectativas de los ciudadanos, al prometer que estábamos a milímetros de un gobierno de “excelencia” y que producto de su gestión excelsa, muchos problemas endémicos tendrían solución. Asimismo, el mismo error lo cometió en 1990 la Concertación al prometer algo que a todas luces no podía cumplir: traer alegría para todos. Es que la política tiene eso odioso que es el de prometer lo que todo líder sabe de antemano que no podrá cumplir. Y los ciudadanos, una y otra vez, se frustran al no ver en la realidad las promesas de sus elegidos.

Hoy nos encontramos con un problema mayúsculo de carencia de líderes políticos creíbles… Sus preocupaciones, temas de interés y decisiones no son lo que la gente espera de ellos. O sea, existe incapacidad de liderazgo tremendo. Por más esfuerzos que hoy hacen ellos hasta caer incluso en el populismo, no logran todavía sintonizar con el ciudadano. Es evidente que algo no están viendo o no desean asumir: y es el cansancio total de la ciudadanía no con la existencia de parlamentarios, alcaldes y partidos, sino con los actuales que tienen nombres y apellidos muy concretos y conocidos.

Con el tiempo me he convencido que siempre en la historia los líderes sólo pueden atender y solucionar aquello de lo que son realmente capaces de comprender y de resolver. Y es evidente que la actual clase política que pertenece al siglo XX y con todas sus luces y sombras, no tiene la capacidad para entender a la nueva ciudadanía del siglo XXI y por eso mismo muestra un agotamiento vital. Y no sólo los actuales representantes, sino que también las doctrinas y principios de los partidos que hoy requieren una actualización urgente y necesaria.

 Estamos en el inicio de un cambio de paradigma. La política representativa y la manera de practicarla están llegando a su fin. Esa política de clubes privados en la que sólo algunos se reúnen para resolver por todos, está inevitablemente terminando. Las tecnologías de la información y las redes sociales han provocado la revolución de la ciudadanía y la vuelta del poder al pueblo. Sintetizando, podríamos decir que hoy se están enfrentando el poder con la libertad. Y el poder como es obvio, se está resistiendo a su división y parcelación.

Para partidos extremadamente antiguos en su concepción de mando y de gestión piramidal como lo son la UDI y el PC, este cambio de paradigma que camina de una democracia representativa a una democracia más participativa, extra e intra partidos, es y será un desafío tremendo para ellos. Son partidos cuya cúpula determina el qué pensar y el qué hacer a todos sus miembros. Pareciera que esta disciplina antigua y jerárquica morirá en unos años más. Y si no se ajustan a los cambios, es inevitable que irán perdiendo votación popular.

Este tránsito hacia una democracia más participativa no implicará como es obvio una carencia o inexistencia de representantes. Estos continuarán existiendo. Tampoco se trata de convertir a nuestros representantes en títeres de las masas y meros buzones de correo. Se busca un mayor y fino equilibrio entre el poder y la libertad.

 De lo que estamos hablando es de una mayor sintonía fina entre el representante y sus electores, promoviendo en su gestión valores compartidos y aceptados por todos como un piso mínimo social y político. Entre ellos están la construcción más participativa de sus programas de trabajo y de las iniciativas a promover; de una mayor transparencia en la gestión del cargo y de impedir que se generen redes de poder para favorecer a unos pocos; de una menor durabilidad en sus cargos de representación, impidiendo reelecciones sin tope; de una mayor motivación personal para lograr el bien común: luchando para disminuir la desigualdad de oportunidades, la disminución de los abusos del mercado, una mayor eficiencia en el gasto fiscal, más comprensión sensible del obligatorio cuidado a nuestro hábitat, entender que no todo puede ser objeto de incontrolable lucro, que es intransable la existencia de una diversidad cultural y que debe crear y preservar las condiciones para que las diferencias vivan en armonía, etc…

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4 Comentarios sobre “El cambio de paradigma: de la democracia representativa a la participativa

  1. difícil q sea en paz, vivimos las contracciones de un nuevo tiempo q dara a luz pronto y la respuesta de la clase política a los mov.sociales ha sido no escuchar, estigmatizar y reprimir… no guardo muchas esperanzas q los representantes de la transición, la clase política en su conjunto…esten dispuestos a tolerar democraticamente a las mayorías… un pseudo liberalismo político o el garrote militar siempre han sido sus armas…y se les ve q a punta de FFEE y montajes por el momento no estan dispuestos a ceder en nada…y nadie puede decir q el pueblo chileno no ha sido mas q paciente con la clase política…

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