Compartir

Hoy la izquierda se encuentra con un desafío mayor, encontrar un “enemigo político”. Si bien la respuesta obvia sería decir que el adversario es la derecha, eso no es más que una afirmación sin fundamento. Nuestra izquierda se ha acomodado al sistema capitalista de la derecha, de eso no hay dudas y la evidencia empírica es suficiente.

Quiero darle valor al concepto de “amigo-enemigo” de Carl Schmitt, cuyas palabras han sido recogidas últimamente por intelectuales de izquierda. Este autor señala que lo humano siempre es conflictivo, y que es imposible un consenso universal por lo que establecer una posición original como planteaba Rawls es inverosímil en un mundo donde las pasiones y sentimientos desbordan la razón. Es por eso que una autora como Chantal Mouffe señala que la política es “domesticar la hostilidad”, es decir, no se trata de eliminar las pasiones ni dejarlas para la esfera privada del individuo, sino, en movilizarlas a un plano donde mediante una estructura antagónica sea posible dilucidar adversarios políticos, y con esto se favorezca el pluralismo de ideas y debate. Esto que señalo no es nuevo para nada, ya Derrida señalaba que uno forma su identidad a través de parejas, un amigo-enemigo, nosotros-ellos. Lo importante de este punto es que el otro siempre buscará negarnos, es por eso que construimos un nosotros.

Si le damos valor a este punto de diferenciación, es porque entendemos que el pueblo debe poder elegir entre verdaderas alternativas, es decir, sentirse parte de una comunidad política que acoja como parte de un nosotros y no de un ellos. Es este punto el que justamente se ha perdido en Chile, ya no hay diferencias sustanciales. Un claro ejemplo de esto es el Alcalde Rodolfo Carter, quien siempre fue UDI, pero que para efectos de campaña dijo que no era ni de izquierda ni de derecha. O aquél candidato que aparece junto a Golborne y Bachelet.

Muchos dirán que no importa, que da lo mismo de donde venga porque lo que importa es el programa y las ideas. Otros dirán que esto es madurez política, que alcanzamos un umbral suficiente para poder decirle adiós a la clásica estructura binaria heredada de la revolución francesa. Yo le digo a ese gente que una “República de centro” como quieren establecer, es lo más peligroso que puede haber. La democracia al igual que el ser humano es débil, y hay que protegerla y cuidarla cada día. Es por eso que necesitamos de adversarios políticos, es menester abandonar el centralismo político por verdaderas diferencias, la democracia aparece cuando no hay una sola verdad instaurada (es este último punto lo que el movimiento estudiantil ha puesto de manifiesto). Necesitamos pluralismo en nuestra política porque sino fertilizamos el terreno para los extremistas y los demagogos que quieren mostrarse fuera de este sistema.

La izquierda chilena tiene que hacerse cargo de mostrar que el pluralismo implica conflicto siempre, que implica además que no pueden separarse del poder ni del antagonismo.

Debemos escapar de esta falsa ilusión que nos dio la derecha golpista, de que ya tenemos consenso en los principios básicos y de la falacia de que tenemos consenso en el disenso, es decir en la interpretación de esos principios. Lo ideal sería multiplicar las diferentes posiciones antagonistas en el espacio político para poder desarrollar un sano pluralismo de ideas y debate. Es importantísimo volver a derechas e izquierdas en lugar de celebrar su desaparición. Por esto, si entendemos la democracia como un lugar de conflicto tanto en los principios que queremos para la sociedad como en la interpretación de estos, debemos aceptar el antagonismo para así ver una verdadera lucha política. Un ejemplo de esto fue la alta abstención en las municipales.

La izquierda debe marcar una nueva frontera política, porque la primera batalla la perdió con la derecha. Perdió con la Constitución del 80 y la volvió a perder con la incapacidad de la Concertación de cambiarla. Se conformaron con la alternancia como algo “sano” de la democracia y eso es no reconocer que lo que importa es tener un adversario, no pasarse de mano en mano el poder.

El objetivo de la política democrática es multiplicar los espacios en que las relaciones de poder estén abiertas al escrutinio público, en donde la gente pueda de verdad escoger, y que no sea “más de lo mismo”.  Esto es tarea de la izquierda, porque ellos deben recuperar la batalla perdida.

“Si no se puede informar el porvenir con ayuda de una gran batalla, es preciso dejar huellas del combate. Las verdaderas victorias sólo se consiguen a largo plazo y de cara a la noche. La lucidez es la herida más próxima al sol”. René Char.

Compartir

2 Comentarios sobre “A la búsqueda del enemigo político

  1. Pablo, hola. Sí, los leí. Soy ayudante de un ramo que se llama “Pensamiento Político” y esto es parte de la materia enseñada.

    Si te interesa este tema en particular te recomiendo leer a Chantal Mouffe.

    Saludos cordiales y gracias por postear a pesar de la pesadez.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *