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¿Pueden las relaciones laborales alejarse del paradigma de la desconfianza y el conflicto, y discurrir por la vía de la colaboración y el mutuo beneficio? Tengo la convicción de que es posible y he conocido múltiples experiencias que así lo demuestran. Sin embargo, para que ello suceda, es esencial que la fórmula Ganar–Ganar constituya una guía efectiva para el relacionamiento empresa–sindicato y no un eslogan de uso simplemente retórico.

También es fundamental que la administración de la empresa y los sindicatos se orienten por el principio de buena fe y el reconocimiento de su contraparte como un otro legítimo. Sabemos que esto constituye un desafío en nuestro país, marcado por desconfianzas que son fruto de una historia política a ratos traumática –la que tuvo también profundo impacto en el ámbito productivo– y  por la enorme ruptura que supuso la imposición, en condiciones de ausencia de democracia, del Plan Laboral de 1980. No obstante, también es preciso reconocer que –con asimetrías evidentes– una cultura laboral distinta viene abriéndose camino desde hace ya muchos años, desplegándose en paralelo a la transición democrática y a la eclosión de nuevos paradigmas en el management moderno.

A lo largo de toda mi carrera profesional, que me ha llevado a asesorar a múltiples sindicatos y empresas, al Ministerio y la Dirección del Trabajo, además de haber desarrollado una reflexión permanente sobre estos temas desde el ámbito académico, siempre me ha animado el propósito de aportar a ese cambio cultural, teniendo conciencia –claro está– que, como cortina de fondo, Chile tiene aún desafíos normativos evidentes en materia de fortalecimiento de los derechos colectivos del trabajo, los que han sido representados al país tanto por la OIT como por la OCDE, rezago que en la actualidad pretender ir superando el programa laboral de la Nueva Mayoría.

Ahora bien, ¿cuál es el enfoque axiológico o valórico que inspira y recorre esta reflexión en pro de un nuevo paradigma?  Corresponde al concepto de “ciudadanía laboral” que vengo reivindicando desde hace años y que –en mi opinión– constituye a la vez un fundamento ético y pragmático que debe orientar el esfuerzo conjunto al interior de las empresas.

En esta concepción, por un lado, el ciudadano laboral tiene derechos que están consagrados en la ley y otros que están establecidos en las cartas de conducta y otros instrumentos internos (derecho a ser tratado con respeto por sus superiores jerárquicos, derecho a percibir su remuneración y beneficios en los términos pactados, etc.). Por otro lado, el ciudadano laboral tiene deberes, lo que implica cumplir con rigor la función para la cual ha sido contratado, cumplir cláusulas especiales que hayan sido pactadas en el contrato colectivo vigente, no hacer uso abusivo de las licencias médicas, etc.

Creo profundamente que el equilibrio entre respeto de derechos y conciencia de deberes es una columna vertebral de las relaciones laborales y, además, constituye un factor clave para lograr y mantener un clima laboral positivo.

En el ensayo “Relaciones labores win to win: comprender los desafíos sindicales para fortalecer la relación bilateral”, que publica la Fundación para la Comunicología, entrego elementos de análisis y de guía para la acción que pueden potenciar el trabajo conjunto entre empresas y sindicatos en la perspectiva de una colaboración efectiva, productiva y de mutuo beneficio.

Cuando dicho proyecto se asume con seriedad, es posible establecer un amplio campo de áreas de colaboración y trabajo específicas, tales como la elaboración de políticas de beneficios y de capacitación pertinentes, así como políticas de reconocimiento y de conciliación de vida laboral y familiar. La construcción del contrato colectivo puede abordarse como un proceso responsable, informado y de largo plazo. Las demandas de las bases que van surgiendo entre un contrato y otro pueden ser jerarquizadas y canalizadas por los canales adecuados, etc. Todas estas líneas de trabajo son profundizadas en el texto.

En este ensayo se analizan también los múltiples desafíos que tienen los sindicatos para desarrollar su rol en el mundo contemporáneo, entre los cuales destacan: legitimarse ante sus bases y ante sus contrapartes en la empresa; agregar las demandas de sus representados en un mundo caracterizado por la primacía del individuo y donde el valor de lo colectivo ha declinado; mantener contacto con sus bases en un contexto de dispersión geográfica, utilizando para ello las herramientas que hoy proporcionan las tecnologías de la información disponibles a nivel masivo; velar por el correcto ejercicio de la ciudadanía laboral en la empresa; conocer el mercado en que ésta se desenvuelve y elevar sus competencias como dirigentes para negociar de manera más informada y con mejores herramientas en beneficio de los trabajadores y trabajadores que representan; etc.

Si los desafíos ya mencionados son significativos, se agregan a ellos algunos que tienen que ver con que la relación sindicato – sociedad, y que responden a los enfoques modernos de responsabilidad social. Se analiza también la adecuada canalización de temas que conciernen a la ciudadanía laboral y otros que conciernen a la ciudadanía política de los dirigentes y trabajadores, ambas legítimas, pero que discurren por caminos distintos.

En fin, invito a quienes tengan interés por estos temas, a leer el documento completo y, si les resulta motivador, a compartir pareceres con el propósito de enriquecer este debate.

En lo personal, tengo la convicción que, cuando existe una disposición real de ambas partes, dignidad, respeto mutuo, diálogo permanente, colaboración y búsqueda conjunta de mejores condiciones laborales y de productividad, son factores que se conjugan bien entre sí y, a mi juicio, debidamente articulados y profundamente imbricados, constituyen el corazón de las relaciones laborales modernas.

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