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Acerca de religión y naturaleza humana

 Antes de compartir mi argumento principal, debo hacer una advertencia al lector que, crispado por el título de este artículo, no sea capaz de leer con sentido su significado. La frase “sacúdete en tu cripta” es parte de la letra de “We are sudamerican rokers”[1], esa famosa canción de Los Prisioneros que se volvió un baluarte del rock latino en la década de los 80. Con este tema Los Prisioneros quisieron hacer notar la identidad particular de la producción musical latinoamericana, marcada por una generación y un contexto social, económico y político frente al cual expresaron su descontento, a contratiempo del ritmo que marcaba a punta de chequera y bayoneta el oficialismo de la época en Chile.

José Aldunate Lyon (1917, Jesuita), Mariano Puga Concha (1931, Diocesano) y Felipe Berrios del Solar (1956, Jesuita) no son músicos. Ni si quiera forman un grupo, pero entonan juntos una melodía que se escucha fuerte y claro, y que va a contratiempo del canon conservador que exige el director de un coro rancio y desgastado.

Hay que reconocer que no podemos exigirle a la Iglesia, como institución, que tuerza su argumento estructural, y lidere un cambio progresista acerca de sus propias ideas sobre la naturaleza humana. Para el Cristianismo, el ser humano es a imagen y semejanza de Dios, y las nociones de libertad y amor son claves para entender su concepto acerca de la naturaleza humana (Stevenson y Haberman, 2001). Pero el hombre ha tomado en sus manos la vara de medir, para distinguir entre personas más o menos semejantes a Él, e ir por delante de la libertad señalando con fuego los caminos de la obediencia y de la herejía.

Por favor, no confundan mis palabras. Las religiones son muy importantes para la humanidad, no solo por su función de ofrecer cosmovisiones que amortiguan la abrumante intolerancia a la incertidumbre, sino también porque constituyen una pista clave de aquello que nos ayuda a definirnos como seres humanos. No obstante, la perspectiva sociológica nos muestra con frecuencia, y evidente claridad, que los conservadurismos religiosos suelen estar a tono con las cosmovisiones del mundo y del ser humano esgrimidas por los representantes de la élite y el poder (e.g. Bénabou, Ticchi y Vindigni, 2013; Few, 2002; McKinnon, Trzebiatowska y Brittain, 2011; Tamale, 2014).

Antropológicamente hablando, la religión es un producto cultural que representa gran parte de lo que define nuestra naturaleza humana, pero no podemos confiar en la religión, en tanto producto cultural de la humanidad, para que nos ofrezca respuestas categóricas acerca de cómo es el ser humano. Sus verdades son de otra naturaleza. Con mucho (y con mayor o menor suerte) hemos acordado que en nuestra sociedad contemporánea ese papel lo cumpla otro sistema de creencias culturales, al que llamamos Ciencia, una de cuyas características principales es la perfectibilidad (Bunge, 2009). La Ciencia no nos ofrece verdades, sino explicaciones basadas en evidencias empíricas de fiabilidad probable con cierto margen de error[2].

Pero sí podemos exigir a la Iglesia y sus representantes un poco de consecuencia cuando sus líderes nos invitan al diálogo, la reconciliación, el amor al prójimo, y la preocupación por los más desvalidos. Ese es el acto de consecuencia por el que se conoce y reconoce la labor de los curas Aldunate, Puga y Berrios. En una época donde hablar desde el púlpito resulta más fácil que materializar la fe en la práctica diaria y concreta, estos curas han dado lecciones de religión desde la praxis y la confianza en las personas. Con sus actos no solo hacen el bien (eco de las distinciones morales en la cosmovisión cristiana), sino que además han forzado los límites del concepto de ser humano, encorsetado dentro de la rígida arquitectura de la institucionalidad religiosa, haciendo tambalear al que habita en su confortable cúspide violeta.

Los “sudamerican rokers” predicaron su mensaje desde el escenario. Emergieron de poblaciones y colegios pobres, para alzar la voz frente a la desigualdad con las guitarras en la mano. Estos curas cambiaron el lujo y las comodidades adscritas de su clase para ofrecer toda una vida al servicio de los desamparados, pobres y marginados. Sin guitarras, pero con voz fuerte y clara, han entonado una canción cuya letra incomoda a sus autoridades. Y desde su conocimiento cercano, sincero y práctico de las personas, fuerzan los márgenes del conservadurismo para ofrecernos un concepto del ser humano en el que cabemos todos.


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Referencias: 

Ahmed, A.M., & Salas, O. (2011). Implicit influences of Christian religious representations on dictator and prisoner’s dilemma game decisions. The Journal of Socio-Economics, 40, 242-246.

Bénabou, R., Ticchi, D., & Vindigni, A. (2013). Forbidden Fruits: The Political Economy of Science, Religion, and Growth. USA: Mimeo, Princeton University.

Bunge, M. (2009). Philosophy of Science: From Explanation to Justification. USA: Transaction Publishers.

Denton, M.L. (2004). Gender and Marital Decision Making: Negotiating Religious Ideology and Practice. Social Forces, 82(3), 1151-1180.

Fernando, M., & Jackson, B. (2006). The influence of religion-based workplace spirituality on business leaders’ decision-making: An inter-faith study. Journal of Management & Organization, 12(1), 23-39.

Few, M. (2002). Women who live evil lives. Gender, religion & the politics of power on colonial Guatemala. USA: University of Texas Press.

Idleman, S.C. (1993). The Role of Religious Values in Judicial Decision Making. Indiana Law Journal, 68, 433-487.

McKinnon, A.M., Trzebiatowska, M., & Brittain, C.C. (2011). Bourdieu, Capital, and Conflict in a Religious Field: The Case of the ‘Homosexuality’. Conflict in the Anglican Communion. Journal of Contemporary Religion, 26(3), 355-370.

Stevenson, L., y Haberman, D.L. (2001). Diez teorías sobre la naturaleza humana. Madrid: Cátedra.

Tamale, S. (2014). Exploring the contours of African sexualities: religion, law and power. African Human Rights Law Journal, 14(1), 150-177.



[1] Del tercer Album “La Cultura de la Basura”, EMI, 1987-1988.

[2] En la vida cotidiana, legos y expertos estamos mucho más cerca de tomar decisiones basadas en el sentido común, o creencias que orbitan cosmovisiones religiosas (dependiendo de la frecuencia del fervor en cada país), más que en la Ciencia (e.g. Ahmed y Salas, 2011; Denton, 2004; Fernando y Jackson, 2006; Idleman, 1993).

 

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