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A propósito de la “guerra digital” que acaecería en estos días, recupero un artículo de hace un par de años en el que reflexionaba sobre asumir con serenidad nuestra responsabilidad en el vivir y construir la Red que queremos. Más allá de la borrasca, el conflicto de hoy tiene a un lado el poder de los avaros del mundo uníos, que sin ambigüedades han decidido limitar las potencialidades libertarias y creativas de Internet, en nombre de la seguridad y la defensa de la sacrosanta propiedad, ahora llamada autoral, pero que no es tal; y al otro, a todos aquellos que creemos en lo que hasta hoy ha sido una arquitectura libre y colaborativa en la Red, los usuarios y las comunidades sin otras intenciones que transitar en el mundo virtual. Mauricio Tolosa, aquí al lado en SitioCero, nos recuerda algo muy relevante: que “Internet (hoy es) un territorio en diputa entre aquel viejo paradigma de la comunicación (autoritario y jerárquico) y uno emergente, comunitario, colaborativo, transparente y  horizontal”. En esto, como en casi todos los dominios de lo humano, hoy se confrontan la mirada democrática, ecológica y mundicéntrica versus la autoritaria, avaro-depredadora y en sus distintas variantes de etnocentrismo. Y lo que esta en juego en la Red, por la importancia y potencial comunicativo de la misma, es fundamental

En las últimas décadas, las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) se han expandido de manera vertiginosa. El hecho es de un impacto existencial (y uso este concepto por sus implicancias aún abiertas en la vida individual y social) con pocos precedentes en el devenir de la cultura. Tal vez la introducción de la herramienta, tal vez la imprenta podrían servir como analogías históricas.

Se trata de una revolución. Las TIC subvierten todas nuestras prácticas y miradas. Su cuerpo y corazón, la Red de redes que es Internet, como la mayoría de las creaciones que dan el vamos al actual proceso de cambio de época histórica, también se originó en los años sesenta del siglo XX. Internet metafóricamente podría describirse como un omnicerebro de la diversidad y complejidad humana. He aquí un solo dato: a su actual tasa de expansión para el año 2.019 se proyectan 1.000.000.000.000.000 de interconexiones electrónicas de computadores. (Ver en youtube el Vídeo Futuro de Internet)

El dato evoca misterio, porque la extraordinaria cifra es similar a la cantidad de sinapsis neuronales –interconexiones también eléctricas que potencialmente ocurren entre las células del cerebro de un individuo de la especie. Y este es precisamente el potencial cultural más asombroso e inasible abierto por las TIC en la deriva del ser humano: que ambas macro-sinapsis a la vez se encuentran entre si en sinapsis cibernética: esto es que el cerebro humano se retroalimenta (cambia en consecuencia) con el omnicerebro que es Internet.

           La tecnología como extensión y prolongación de nuestros cuerpos y sentidos ha sido el sueño cultural más logrado en el devenir histórico de hombres y mujeres. En occidente, un eje del paradigma social moderno fue poner la racionalidad científico instrumental al servicio de las aplicaciones tecnológicas. De ahí el singular poder expansivo de la técnica. A finales de la modernidad, hemos explorado el microcosmo y macrocosmo, y con las TIC estamos ampliando nuestras capacidades mentales y potencialidades comunicativas a límites aún insospechados.

           En ese marco conceptual, es sugerente la interpretación que hace Joan Mayans i Planells acerca de dos películas fundamentales en las últimas décadas: “Blade Runner desafiaba la frontera de lo intrínsecamente humano y The Matrix jugaba con la frontera de lo intrínsecamente real.” (En su ensayo Metáforas Cyborg).

Y claro, complementamos nosotros, si la tecnología es la extensión de los sentidos, sin duda que las TIC amplían el campo de profundidad y comprensión de lo que es y puede llegar a ser lo humano. Por ejemplo, con la biotecnología, y es la metáfora de los androides en Blade Runner, lo humano podría ampliarse. Mientras, con las TIC, y esa es la metáfora de The Matrix, lo real es lo virtual y lo virtual es lo real. Tan real es el ser humano como lo es el ser animado virtual, tan real es el individuo orgánico como lo es su avatar. Ambos están e inciden en el mundo. Lo Real, pos TIC, incluye lo real tradicional y lo real virtual.

Las TIC emergen de la organización humana y hoy son parte constitutiva de la misma. Lo son en la familia, en las empresas, en todo tipo de instituciones, estados, comunidades y en las redes planetarias.

Una sumaria descripción de las organizaciones nos revela que estas son personas en-red-dadas en sistemas, en colaboración-competencia y en comunicación.

Son sistemas, cuyos miembros son personas con sus emociones, pre-juicios, cuerpos y memoria-historia; y cuya estructura son las partes en una interacción dinámica que es condicionada y condiciona al todo organizado.

Son colaboración, pues más allá de la realidad de la competencia, sin una activa cooperación diaria entre los sujetos que las conforman, las organizaciones se autodestruirían.

Son comunicación, que es el acto de hacerse sentir unos a otros, en tanto toda organización debe poner en común lo que es su propósito: un objetivo compartido. Y precisamente son las comunicaciones, que es el ánima (el alma que anima y cohesiona) de las organizaciones, las que están siendo subvertidas por las TIC. Ergo, si las TIC revolucionan a las comunicaciones, lo subvierten todo en las organizaciones: a las personas, al sistema, a la cooperación y a la competencia.

En ese marco, y ante la radicalidad de su impacto, el núcleo del actual desafío cultural es empezar a vivir la expansión de las TIC de una forma reflexiva, responsable y crítica. Lo escribo así, porque hasta ahora, inmersos aún en una cultura que ha mitificado la técnica (la sociedad moderna occidental), la nueva experiencia TIC la hemos vivido en una fascinación acrítica, deslumbrados con sus luces y ciegos ante sus sombras.

Neil Postman, Director del Departamento de Cultura y Comunicación y profesor de “Ecología de los Medios” en la Universidad de Nueva York, antes de su muerte el año 2003 había resumido notablemente el emergente desafío socio-cultural. En sus “Cinco  advertencias sobre el cambio tecnológico” nos recordaba el trato Faustiano implícito en toda tecnología: “la tecnología da y la tecnología quita. Quizás la mejor manera de expresarlo sería diciendo que la pregunta “¿qué va a deshacer esta nueva tecnología?” es igual de importante que preguntarse “¿qué va a hacer esta nueva tecnología?”

Y esa pregunta hoy casi nunca es formulada, siendo que es urgente y necesario empezar a hacerla. No podemos sustraernos de nuestro libre albedrío y conciencia. Es una responsabilidad humana el por qué, el cuánto y el cómo ampliamos nuestros sentidos, es decir, cómo usamos la tecnología.

Haciendo una analogía con la revelación que nos han hecho todas las tradiciones espirituales y también el sicoanálisis (que cada hombre y mujer somos en unidad una luz y una sombra que nos acompaña), hoy podemos afirmar que el omnicerebro Internet, en ambigua unidad, conlleva sus propias luces y sombras. De ahí, que un nuevo desafío humano es vivir en organizaciones que se hagan cargo responsablemente de esta complejidad intrínseca a las TIC.

   En que con la Red de redes, asistimos a varios cambios radicales. Un cambio profundo en la manera de generar sentidos (recordemos que cada texto, cada BIT codificado de información, es un sentido para quién lo decodifica desde su propio sentido). También a un cambio radical en la manera de acumular los sentidos, de distribuirlos y de reflexionar y pensar sobre ellos. En consecuencia, se trata de un impacto intenso en la conciencia humana, por ello le califico de impacto existencial.

Internet, en la actual transición histórica modernidad–posmodernidad, es un eco vital tan intenso como lo fue la extensión de la imprenta durante la transición Edad Media-Época Moderna. Ayer la subversión de la imprenta nos permitió interconectarnos más y cambiar la mirada. Hoy la subversión de Internet, interconectándonos más aún, nuevamente nos lleva a cambiar, acelerar y multiplicar nuestra mirada.

Cuando Marshall Mc Luhan intuyó que “el medio es el mensaje” nos invitaba a comprender que cualquier tecnología que actúa como medio y/o como soporte comunicativo impacta nuestros cuerpos, nuestras mentes y emociones. Cualquier tecnología comunicacional, al codificar y decodificar el mundo, siempre abre y/o cierra mundos (Postman con su Ecología de los medios fue discípulo de Mc Luhan).

Con Internet estamos enredados como nunca antes en un omnicerebro de interconexiones electrónicas. Una red de millones de redes de computadores en las que “pasan” las transacciones financieras y comerciales, son “regulados” los transportes y los flujos de energía, se “cobijan” las palabras, las imágenes y las emociones de hombres y mujeres en todas las lenguas. La red como la materialización de la Torre de Babel.

            La Red nos interconecta en la memoria y en el acto. Así como la máquina a vapor ayer amplió nuestras capacidades físicas, hoy las TIC amplían y cambian nuestras capacidades mentales.

   Ayer, lo que hizo la imprenta fue sistematizar y extender por escrito el habla y el pensamiento, dotó a la humanidad de una mayor memoria y con la escritura reflejó en el papel blanco una manera lineal de pensar. Hoy, Internet es la síntesis de todos los medios precedentes para transmitir sentidos, incluida la palabra escrita y la palabra audiovisual. Pues toda comunicación es siempre codificada y decodificada en última instancia por la Palabra –por el sentido.

 La red nos inunda con toda la memoria de la especie y en simultáneo nos otorga una portentosa e instantánea interconexión. El omnicerebro-Internet opera como un “banco” planetario del código transgenético que en los hechos es el Lenguaje – la Palabra para los individuos de la especie humana.

   Para entender mejor esta analogía biológica quiero recordar aquí lo que ocurre genéticamente en ese reino de creatividad y cualidades evolutivas que son las bacterias. Las bacterias (los seres vivos más abundantes y más aptos en sobrevivencia) poseen una impresionante creatividad evolutiva: unos “individuos a otros”, en una red global de intercambio genético (su propia “Internet biológica”), se pasan libremente rasgos hereditarios con un poder y una eficiencia increíble.

Lynn Margulis y Dorion Sagan lo describen así: «en los últimos cincuenta años los científicos han observado que las bacterias transfieren rápida y rutinariamente distintos bits de material genético a otros individuos. Cada bacteria dispone periódicamente del uso de genes accesorios, provenientes en ocasiones de muy diferentes linajes y que cubren funciones que quizás su propio ADN no podría desarrollar… Como resultado de esta habilidad (recombinación de ADN), todas las bacterias del mundo tienen acceso a un único banco de genes y por ende a los mecanismos de adaptación de todo el reino bacteriano. Según el bacteriólogo Sorin Sonea, estrictamente hablando las bacterias no deberían ser clasificadas en unas y otras especies, pues todos sus linajes pueden potencialmente compartir rasgos hereditarios y cambiar hasta un 15% de material genético en un día.”

¿Por qué esta larga cita sobre la creatividad evolutiva de las bacterias? Porque su red global de intercambio de información genética podría perfectamente compararse con la red planetaria –que ahora es Internet- de intercambio de bits con información de nuestra memoria-lenguaje. Desde que habitamos en nuestra única morada (el lenguaje, según Heidegger), siempre hemos contado con la creatividad evolutiva que nos otorga nuestro código transgenético (las palabras) para recombinar experiencias entre los individuos de la especie (pues la información es experiencia suspendida en las palabras).             Lo inédito del presente es que con Internet ese intercambio se potencia hacia atrás y en el acto, recombinando nuestras experiencias de una manera aún impensada y que podría impactar de manera también aún impensada nuestra creatividad evolutiva.

   En síntesis, hoy es necesario y un gesto de responsabilidad el debatir en torno al desafío cultural que conlleva la ambigüedad implícita en las TIC: las luces y sombras de su vertiginosa expansión; las luces y sombras de sus ecos políticos y sociales; sus luces y sombras existenciales *.

 

* A quienes se interesen en el tema, estas reflexiones se encuentran desarrolladas en un artículo académico en el link http://www.fundacioncomunicologia.org/pdf/delucesysombras.pdf

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2 Comentarios sobre “Internet: de luces y sombras

  1. Interesante artículo que valdría la pena desarrollar en una conversación, cara a cara.
    Te agradezco, como siempre, el trabajo involucrado en la sistematización de información y en tu reflexión.

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