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En mayo de 2008 fui invitada por Rocío Barros, antropóloga y gran amiga, a una conferencia de Anne Chapman, la etnógrafa y antropóloga franco-americana que desde los años 60 dedicó su vida a investigar la cultura de los pueblos extintos de Tierra del Fuego.

La conferencia -según recuerdo y reviso en mis archivos- trataba sobre el rapto de un grupo de indígenas Kaweskar en 1881 y de algunos aborígenes Selk´nam en 1889. Ambas historias giraban en torno a la ambición de occidente por “conocer” otras culturas…

Anne Chapman, quien trabajó con Ángela Loij y Lola Kiepja, dos de los últimos sobrevivientes de la cultura Selk´nam, entregó detalles sobre su trabajo durante cerca de dos horas, explicando cómo habían sucedido estos secuestros.

Ver a esa elegante mujer con sus años bien llevados y su vitalidad intacta, compartiendo junto a un auditorio lleno el impacto de sus estudios y la emoción de haber realizado sus investigaciones cara a cara con las mujeres más longevas de los Selk´nam, era sin duda todo un espectáculo digno de una profunda admiración.

Con entusiasmo, Anne comenzó a relatar los hechos, remontándose a fines del siglo XIX en la isla grande de Punta Arenas, en donde 11 indígenas Kaweskar (o Alacalufes) fueron secuestrados por un cazador de focas. Hablaba de secuestro porque se asumió que ellos no tenían la mayor idea de lo que estaba sucediendo. Lo más probable es que desde sus canoas, este cazador alemán los haya seducido y finalmente trasladado en su embarcación a Europa, en donde estuvieron expuestos “para estudios científicos” en un llamado zoológico de aclimatación.

Durantes días, varios antropólogos estudiaron sus comportamientos y elaboraron una serie de hipótesis para explicar por qué estos indígenas eran inferiores a los demás seres humanos “evolucionados” como nosotros. Las hipótesis –todas rechazadas, sin llegar a ningún consenso- suponían que los indígenas debían ser seres inferiores, argumentando su menor capacidad craneana, la longitud de sus extremidades, la forma de utilizar las manos y su falta de curiosidad…

Lo más gracioso era que cuando intentaron comprobar las hipótesis, midiéndolos y sometiéndolos a estudios y análisis, los resultados no sólo fueron insuficientes, sino que además, absolutamente opuestos a lo que se pensaba. Por ejemplo, sus brazos no eran más largos –y más parecidos a los monos como ellos creían- sino que, por el contrario, eran incluso más cortos que los del hombre moderno. Así, una a una, estas hipótesis iban siendo desplazadas por el descubrimiento de una asombrosa estructura física y la imposibilidad, al menos en este caso, de someterlos a otros estudios más complejos y sofisticados. Finalmente, tras días de estudios, el desenlace de estos zoológicos humanos no se hizo esperar. Después de un tiempo viviendo en un mundo ajeno, los indígenas enfermaron de peste y otras infecciones desconocidas por ellos y murieron sin volver a pisar tierra fueguina.

La historia de los secuestros de los Selk´nam era aún más terrible, porque dadas las características de esta cultura –no eran canoeros, sino cazadores recolectores de tierra firme- se lograba suponer que la captura debía haber sido precedida por escenas de profunda violencia en dónde ellos, con sus arcos y flechas, poco podían hacer para defenderse.

Todo lo demás es similar a la historia anterior. Los Selk´nam también fueron sometidos a exposición pública, sólo que en este caso no se realizó un seguimiento antropológico, por lo que no existen registros sobre esta experiencia.

Una vez finalizada la conferencia, Anne Champan, con más de 80 años en su cuerpo, estuvo cerca de 30 minutos respondiendo preguntas y firmando autógrafos  para estudiantes y amantes de la etnografía y antropología, quienes aplaudían la célebre presencia en nuestro país.

Dos años después, un 12 de junio de 2010, Anne Chapman –quien seguía trabajando en  Argentina- viajó a Francia para ser sometida a una operación de rutina de la cual no logró sobrevivir. Su muerte sorprendió a todos.

Hoy, a dos años de su deceso, recibí un correo de Rocío, quien llegó a ser colaboradora, aprendiz y gran amiga de Anne hasta sus últimos días, en el cual sus  seguidores recordaban su aniversario de muerte, destacando la extensa bibliografía sobre sus trabajos en Honduras -junto a los pueblos Tolupan y Lencas- y sobre todo, sus intensas investigaciones en torno a los Fueguinos.

Al compartir con ustedes este texto, realizo un pequeñísimo homenaje y me uno al profundo sentir de todos los que conocieron la vida y obra de esta tremenda mujer, y quienes siguen trabajando y manteniendo vivo su legado.

 

Anne Chapman y Rocío Barros en Santiago, 2008.

 

Y para quienes quieran compartir alguna experiencia o simplemente contactarse con Rocío Barros, Nora Galka o José Manuel Viñas, quienes me enviaron el recordatorio, pueden escribir a amigosdeannechapman@gmail.com

 

El * en el año de nacimiento es porque no se tiene certeza de la fecha exacta.

 

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Alguien comentó sobre “En recuerdo de Anne Chapman (1922* – 2010)

  1. Muy interesante el comentario de Alejandra Yermany acerca de la etnia Kaweskar y Selknam, estudiados por las antropólogas Anne Chapman y Rocio Barros.
    Vivo en la ciudad de Punta Arenas y he leído de las atrocidades y bajezas a las que fueron forzadas esas culturas y a las matanzas desproporcionadas en la Patagonia y Tierra del Fuego.

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