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Hace casi una semana me encontraba en Valencia- Estado de Carabobo, Venezuela- participando en el 7° Encuentro con la Literatura y el Audiovisual, organizado por la Fundación La letra Voladora . Ayer en Caracas, visitando las dependencias del canal estatal Vive (Visión Venezolana),  escuchaba todavía ecos de este Encuentro.

Además del alto nivel de las ponencias, el clima de diálogo y respeto entre escritores, cineastas, teatristas,  académicos, animadores culturales, y el interés de  un público- formado por maestros, bibliotecólogos, estudiantes y personas vinculadas al quehacer cultural-  me quedan retazos  imborrables de esa reunión de tres días. Por ejemplo, el recital poético y presentación de libros en la Plaza El Viñedo, ubicada en las afueras de  la Universidad Latinoamericana y del Caribe, ULAC, evento donde ni la bandada de loros que retornaban a sus palmeras dormitorio, ni el cielo cargado de nubes presagiando lluvia, movieron de sus lugares a quienes  escuchaban a los poetas invitados a declamar sus versos.

Previamente, la escritora Laura Antillano, directora del encuentro y presidenta de la Fundación anfitriona, había oficiado de madrina en el bautizo de tres libros, que habían llegado esa tarde directamente desde la imprenta en Caracas. Uno de estos textos, Río de Lágrimas, pertenecía al autor asturiano Gonzalo Moure, un español largo y flaco como un Quijote quien además de escribir para niños y jóvenes ha emprendido la tarea de dotar de lectura a los refugiados saharahuis, recorriendo sus campamentos en el desierto con un bibliobús.

Moure  emocionó a todos cuantos escucharon  su  ponencia dedicada a temas difíciles en la literatura para niños y jóvenes. Tan impactante como esta exposición fue la exhibición del documental Manos Mansas de  los cineastas Luis y Andrés  Rodríguez,  sobre niños y jóvenes de distintos estados venezolanos hermanados por un signo similar de desamparo.  La belleza poética  de las imágenes creó nuevamente una suerte de comunión entre los espectadores y los realizadores (uno de los cuales asistió a la proyección) cuyo trabajo trasciende la frontera venezolana.

Ponencias había para regodearse y a veces la elección resultó difícil porque los temas se  exponían en salas paralelas. Al mismo tiempo, en los ratos libres -escasos pero significativos-  hubo espacio suficiente para intercambiar opiniones y establecer nexos; intercambiar libros, idear proyectos de desarrollo conjunto entre escritores y cineastas (más de alguien “dibujó” una película escuchando versos).

En el programa de tres días hubo 60 expositores, procedentes de distintos estados venezolanos y del extranjero, incluyendo representantes de la institucionalidad cultural vinculada al libro, al cine y a la televisión. Ellos dieron a conocer sus puntos de vista  y reflexiones  surgidas de la práctica o la investigación, en torno a diferentes géneros en la literatura para niños y jóvenes sin excluir edades o temas (¿quién le pone edad a un buen relato  o una buena película?) . También se presentaron  trabajos en el ámbito de la ilustración, la edición y distribución de revistas;  la utilización del cine como herramienta pedagógica; el cine documental y los pueblos indígenas, la elaboración de contenidos en televisión para niños.

Como en años anteriores, los alumnos de distintas escuelas recibieron visitas de escritores   y pudieron asistir a talleres (cine , ilustración, fotografía  e iluminación) .  El último día del encuentro se programó una  jornada de teatro, títeres y actividades circenses, desarrolladas en la misma plaza El Viñedo. Porque, si algo está claro para los impulsores de este encuentro y para las organizaciones que lo apoyan es la importancia de entregar una buena base formativa a  niños y jóvenes, para tener ciudadanos conscientes y participativos.

Diálogos

 

El Encuentro tuvo lugar entre el 21 y el 23 de junio. Allí estuvieron destacados escritores venezolanos, como Antonio Trujillo, Cósimo Mandrillo, Elis Labrador (coordinador editorial de la Fundación El perro y la rana, la  gran editorial gubernamental), José Gregorio González Márquez y la misma Laura Antillano. Compartiendo mesa participaron cineastas de la nueva oleada de realizadores venezolanos como José Tony Márquez y Miguel Alvarado (animación) y Efterpi Charalambidis (documental y ficción). La directora estrenó en 2009 el largometraje de ficción Libertador Morales, el justiciero, un retrato jocoso sobre un ex policía que recorre en motoneta las calles de Caracas adoptando la personalidad de un superhéroe. Los “motorizados” son verdaderos personajes de las atestadas calles de la capital venezolana. Charalambidis también ha dirigido documentales como Vengo a recitarles, acerca del trabajo de un maestro de escuela y su especial relación con niños”escritores” fue exhibido en el encuentro.

La producción de cine y televisión y la utilización de herramientas audiovisuales  en el aula fueron tema de foros y talleres; las cineastas Maruví Leonett y Marianela Maldonado mostraron su trabajo de cine en escuelas públicas. Marianela, que estudió cine en Inglaterra, fue una de las guionistas del cortometraje de animación Pedrito y el lobo, ganadora de un Oscar en su género en 2008.  Actualmente  prepara un documental sobre los niños integrados al sistema de orquestas infantiles y juveniles  de Venezuela. Leonett está desarrollando la serie de animación Paralelo mágico.

El apoyo de CNAC  a este encuentro ha resultado fundamental para el establecimiento del diálogo entre cineastas y escritores. Así también su labor en el impulso a la creación audiovisual que  es fácilmente observable, tanto por la presencia de nuevas películas venezolanas en cartelera como por la existencia de proyectos en desarrollo del más variado orden.  Al mismo propósito contribuye la Villa del Cine, que – junto con la Cineteca nacional-forma parte de la Plataforma Audiovisual venezolana.

Laura Antillano escritora y académica  con más de 36 obras publicadas  (en los géneros de cuento, novela, ensayo y poesía y también crónicas y guiones para el cine) y dos proyectos en curso concita los apoyos  materiales y emotivos para la realización de este Encuentro. La “profe” Laura, como le dicen sus alumnos de post grado,  ha dedicado su vida a la formación y a la creación. Por sus talleres de escritura en la Letra Voladora (la casa colorida que alberga la cocina de las letras) han pasado casi todos quienes participan en el equipo organizador de los encuentros literarios.

La escritora Antillano cree que el libro y la lectura, que antes eran un privilegio de una clase social, hoy día es un bien de todos en Venezuela y aspira a que este proceso se profundice y consolide. Por eso su actividad constante en una multiplicidad de actividades destinadas a reforzar la integración de muchachos y muchachas al placer de leer y aprender a ver, cualquiera sea el medio utilizado para ello.

Fotos: José Antonio Rosales, Fundación La letra Voladora

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