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(Escrito con “Cris Conti” hace dos años).

Cierra los ojos e Imagina por un momento que estás confortable en la casa donde naciste y nació tu madre. Fue construida por tus abuelos que ya fallecieron. En estos días de calma nerviosa, has escuchado de masacres y violencia. Esta noche el miedo, se escuchan tiros demasiado cerca de la casa, la familia debe huir.  Alcanzas a poner en tu bolsa algo de comida, una muda de ropa. Miras a tu alrededor sin saber que será la última vez. Cierras la casa con la llave que heredaste el día de tu matrimonio.

Han pasado cuarenta años, eres abuela y decides volver. Después de sufrir la humillación en la frontera, te acercas con miedo. El barrio ha sido pintado de blanco. Reconoces la casa. No hay nadie. No te atreves a usar la llave, miras la ventana, los muebles son los mismos, los han tapizado de un color que no te gusta. Se acerca una mujer con una llave igual a la tuya.  Usted, ¿Que busca? Te pregunta de manera violenta. Casi sin palabras, balbuceando respondes, “es mi casa”. ¡Salga de inmediato o llamaré a la policía! Dice la mujer iracunda y con voz de mando. Te alejas con el peso de muchas vidas sobre tu espalda, las lágrimas corren en silencio.

Este relato, entrevista, es una deuda de años con mi amiga a quien prometí no nombrar. Gracias por tu testimonio, por tu registro, gracias Chris Conti por ayudarnos a conservar la memoria.

Demoró tres años y medio para escribir un libro que según ella misma dice “comenzó como un sueño cuando vine a vivir en Amán Jordania, donde casi el 50 % de la población es de origen Palestino”.

“Fuimos al centro de la ciudad vieja donde conocimos el mercado. En una de las tiendas, encontré un bello vestido negro con flores de colores, y se lo compré a mi hija que se lo puso de inmediato. Al caminar por el barrio, la gente nos abrazó y lloró.  Después comprendimos que los colores del vestido simbolizaban nuestro apoyo a lo que ocurría en ese momento en Gaza.

De este hecho cotidiano, surge mi interés de saber y comunicar esta realidad y compartirla.  Desde ese momento, Nakba, una palabra prohibida en Israel, se convirtió en un imperativo para mi.  Dar a conocer estos hechos tremendos frente a los cuales el mundo sigue de largo. Quise contar que lo que he visto y lo que me han compartido los ancianos que vivieron la Nakba del 1948 y la Naksa del 67. Escribimos estas entrevistas antes de que ellos que se están muriendo, desaparezcan, y con ellos se pierda la memoria mientras los jóvenes siguen acumulando rabia, sin conocer bien la historia.

Por ello nos armamos con un fotógrafo para recoger las imágenes donde antes vivieron los ancianos palestinos de hoy, experiencia dolorosa porque en estos lugares donde hubo masacre de mujeres, ancianos y niños, hoy día hay basurales, lugares de tiro y sitios eriazos. Con esta necesidad de recuperar la memoria y romper el silencio, un grupo de profesionales de la comunicación comenzamos a armar la trama del libro donde pudiéramos mostrar las distintas realidades de lo que ocurre en lo que “antes de 1948 se llamaba Palestina porque allí vivían bajo control inglés, Palestinos, cristianos, musulmanes, judíos o bahaíes… Ese mismo territorio que fue dividido en dos, por decisión de los ingleses y luego ratificado por la ONU. Ese territorio que reúne Gaza, Cisjordania –hoy está totalmente fragmentada por las colonias israelíes– y Israel que los palestinos llaman “territorio 1948” porque ellos nunca aceptaron que la mitad de su país, fuera “regalado” a los judíos del mundo sin tomar en cuenta su opinión, solo porque los europeos querían deshacerse de su culpabilidad de haber dejado Hitler poner en marcha su terrible “solución final”, el holocausto”.

Encontrar historias, lugares, geografías y medios económicos diferentes para hacer un libro que permita al lector armar su propio conocimiento de una sociedad palestina que existía y funcionaba. “Al contrario de la propaganda israelí que justificaba su colonización diciendo que era un país sin pueblo, para un pueblo sin tierra “

Lo más triste que recogieron en este testimonio, es que ellos han ido perdiendo sus historias y su identidad. La palabra Nakba está prohibida, se construye sobre la historia que existía, se hace desaparecer la identidad de un pueblo, aunque en cada lugar nacen cactus que son las piedras vivas, son la memoria que se resiste a morir y desaparecer.

“El odio que sentí de parte de los israelíes hacia los palestinos y también hacia los árabes en general: árabes musulmanes, árabes cristianos, hasta árabes judíos. El odio de los israelíes en la frontera, su provocación, la manera como lo expresan, con maltrato y desprecio con el objetivo de humillarlos para que no vuelvan… “es algo que cada persona que pasa la frontera puede ver y sentir lo inhumano que es. Se trata de maltratar con un objetivo: hacer que pierdan la dignidad, y que no vuelvan nunca más”.

Recolectar los testimonios en este libro “fue el trabajo de todo un equipo internacional de profesionales del libro, todos voluntarios. No se trataba  solo de pasar y entrevistar, sino quedarnos  con cada persona dos o tres horas, y luego volver 4-5 veces. Al final, nos quedamos entre 12 y 15 horas con cada una Luego, después de haber escrito su historia y haber verificado cada una de las informaciones que nos habían mencionado para escribir los artículos y libros que se referían a esos eventos, volvíamos a verlos para que ellos revisaran cada detalle de lo que habíamos escrito”.

“Durante 3 años y medio no encontramos ayuda financiera para hacer el libro, aunque contactamos familias e instituciones palestinas en Chile y en Jordania. No entendimos por qué. Muchos escritores palestinos tienen la misma experiencia de no encontrar apoyo.

Por suerte, cuando ya estábamos pensando en poner el libro online porque no había cómo imprimirlo, dos familias palestinas nos ayudaron: una para traducirlo al inglés y la segunda para ayudarnos a imprimirlo. Tuvimos que pre-vender para lograr sacarlo. Pero cuando salió, recibimos mucho interés de parte de palestinos y de no-palestinos del mundo entero. Muchas personas agradecidas de  que hubiéramos  documentado esta memoria con tanta precisión, y muchas otras diciéndonos que no sabían esta historia.

Ninguno de los que participaron en el equipo, aparte los científicos que son conocidos y que han trabajado sobre Palestina, firmaron con su nombre. Todos prefirieron dar un seudónimo. Porque, (y en eso estábamos todos de acuerdo) lo importante en el libro es la memoria de los que vivieron 1948, antes, durante y después. Sus testimonios, no son de los autores ni los dibujantes, intérpretes, traductores, etc. Desaparecer, es de cierta manera poner en valor a los testigos y sus historias. Todos creemos que el valor de un libro no es su autor sino su contenido. Hay libros muy malos firmados por estrellas, que terminan en la basura. El nuestro es lo contrario.

Las personas de edad que nos contaron sus vivencias fueron reforzadas por la investigación del equipo. Fuimos muy cuidadosos en que en cada capítulo hubiera referencias de los hechos que las personas contaban. Todos los testimonios entregados por las personas, fueron cotejados con antecedentes históricos.

En lo personal hacer este libro me hizo entrar en el dolor de los palestinos. Y en su inmensa capacidad de resiliencia. En su fuerza. A ellos se les prohíbe volver, no hay opciones de retornar a sus casas, a su historia. Pero ellos siguen transmitiendo su identidad, lo que son, a través de su cultura, sus vivencias. Y ese susurro, es lo que las nuevas generaciones que no quieren vivir con colonialismo ni con racismo, escuchan”.

Los Palestinos guardan la memoria, mientras la comunidad internacional, –en muchísimas ocasiones que no se explican–, sigue guardando silencio. Quizás porque hoy, todos le tienen miedo a Israel y a su capacidad de hacer lo que quiere, sin tener en cuenta las reglas y leyes de derecho internacional, y sin nunca ser molestado. Hoy el miedo ha alcanzado muchos israelíes y judíos de la diáspora que temen los cambios antidemocráticos, la censura, el carácter de apartheid y las matanzas sin justificación que las autoridades corruptas y extremistas le han llegado a dar a su país”. Escribe Cris Conti que lo vivió mientras trabajó en esta joya de libro.

Hoy es domingo  29 de octubre de 2023. Se ha desatado la guerra . Las bombas de Israel han  matado en Gaza en estos 20 días , más de mil niños sin mencionar  mujeres y hombres,  tampoco las cifras de israelíes muertos.  Por primera vez en esta historia, la ONU promueve una tregua humanitaria y la liberación de rehenes.  Las operaciones anteriores,   “Plomo Fundido”; “Margen Protector” serán historia de impunidad.

 

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