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Desde hace años viene creciendo en Chile un malestar profundo. Existen variadas razones explicativas. Cuando mucha gente repite algo y le ha pasado lo mismo, es porque algo de consistencia tiene el comentario emitido. En mi opinión, serían las siguientes causas:

  -La revolución de internet permitió que los ciudadanos se comunicaran horizontalmente y se transmitieran mucha información. Al comunicarse por esta vía, el ciudadano percibió que lo que pensaba, también lo pensaban otros. Si alguien había sufrido un engaño lo dio a conocer, y otro se sumó y comunicó otro hecho similar. Creció como bola de nieve la sensación de que son muchos los abusados.
   -La élite difundió a todos los vientos, mares, terrenos y cielos que Chile era un tigre, un jaguar exitoso, un país Ocde. No creo que lo haya hecho de mala fe, pero provocó que la clase media y los pobres se preguntaran ¿será verdad tanta maravilla? Y estos dos últimos grupos empezaron a mirar para arriba y vieron que la élite estaba muy bien y ellos estaban muy mal. El desarrollo y el éxito le llegó al 20 % de la población y el resto no vio ni percibió el mismo tipo de éxito.
  -El comportamiento inmoral de no pocas empresas, que en su afán de obtener utilidades para sus accionistas no dudaron en tomar decisiones altamente contrarias a la mínima ética que debe haber entre empresas y clientes. Y la verdad es que no existe ámbito empresarial en que no se encuentren fallas e infracciones al comportamiento deseable en un  mercado libre, transparente y competitivo, sea salud, educación, comunicaciones, retail, servicios, etc. El ciudadano común y corriente ha sido afectado y ha visto violentado sus derechos por mucho tiempo. Son empresas y personas concretas que han violado la ética mínima de una economía social de mercado.
  -La aplicación de justicia ha sido injusta. Mientras miembros de la clase media y pobres por delitos menores en cuantía caen presos sin mucha demora, miembros de la élite por delitos con efectos masivos no han sufrido el mismo efecto. La certeza, la seguridad e igualdad jurídica debe ser para todos y de manera equivalente. Pero esto no ha ocurrido e indigna la conciencia del ciudadano. No se puede exigir cumplimiento de la ley a todos, y que el grupo que dicta las leyes y las aplica no dé el ejemplo de observancia mínima.
  -Si observamos el comportamiento de la clase política y sus numerosas incoherencias, el ciudadano está muy indignado con ellos. Todas las encuestas muestran el profundo rechazo que supera el 75 % de la población. Hoy se examina hasta en el mínimo detalle el actuar de los políticos, y si se ve diferencias entre el discurso y la acción, el ciudadano corre a twitter y facebook para darlo a conocer a todos. Al no existir una razonable representatividad, el ciudadano dice: no nos gusta el binominal.
  -Si miramos los medios de comunicación con sus defensas de intereses en sus editoriales y en los columnistas o panelistas seleccionados para transmitir ideas, opiniones y con la clara intención de crear opinión pública precisa e ideológica, los ciudadanos comprueban una vez más que no les están proporcionando noticias objetivas. Es tanta la información que circula en twitter y facebook, que ya no es posible controlar por pocas personas la editorial del país.  Cada vez que aparece una editorial de El Mercurio, la Tercera, La Segunda, Televisión y radio, éstas son desmenuzadas en twitter y si no representan la realidad vivida por el país, son descuartizadas y basureadas.
  -Tampoco se escapan a la crítica las instituciones religiosas y morales. Existe acuerdo en los desastrosos efectos que han tenido numerosos casos de inobservancia moral y, en otros casos, delitos muy censurables. El ciudadano dice: hasta de los miembros de la iglesia debo cuidarme.
Se podrían dar más ejemplos de que estamos ante un problema real y no inventado. La sensación de que el abuso existe está muy internalizado en los ciudadanos. Nos es exageración ni período menstrual: es convicción, sobretodo en los menores a cuarenta años.
Si miramos la historia pocas veces la élite logró darse cuenta a tiempo que la crítica social crecía como espuma. Casi siempre reaccionaron tarde. Es efecto de la burbuja que siempre crean y que no les permite mirar zonas fronterizas. Problema agravado con la segregación socioeconómica que hoy existe.Los distintos grupos no se conocen y crece la desconfianza.
Hasta el momento sólo existe catarsis colectiva, pero de un día para otro la gente se organizará con nuevos líderes y levantará una nueva propuesta. Si uno tuviera la certeza que lo nuevo será mejor que lo antiguo, bienvenido sea. Pero nunca se sabe, lo único que sabemos es cómo comienza algo pero nunca sabemos cómo termina. Las instituciones deberían preocuparse y admitir que el sistema político, económico y social necesita ajustes importantes.
La máxima responsabilidad de una élite es encauzar el cambio y no detenerlo. Aceptar que el país desea rediseñar racionalmente lo que ha construido, corrigiendo varias fallas de origen y de agotamiento estructural. El país es de todos y no de unos pocos. O estamos todos cagados o no debe estar ninguno. He dicho.

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Alguien comentó sobre “El malestar de Chile

  1. Bonita descripción de la realidad actual. Discrepo de ti en el resultado: no pasará nada porque lamentablemente el botón “me gusta” de las redes sociales no activa ningún mecanismo en la realidad. Estamos cagados, nos están cagando, nos seguirán cagando, no haremos nada.

    Saludos sangrientos

    Blood

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